Hace algunos días que nuestros vecinos del norte han vuelto de nuevo a exteriorizar ese carácter tan suyo, tan reivindicativo y revolucionario que llevan desde siempre tan dentro.
Los franceses, y no solo los de uno de sus departamentos (que equivaldrían a nuestras provincias) ni tampoco los de una de sus regiones, me refiero a toda Francia, tienen esa fea costumbre de protestar en las calles, por todo aquello que puedan sentir como amenaza, o aquello que le haga perder su seguridad o calidad de vida. No se si recordarán aquellos años, en algunos casos no hay que recordar demasiado, que asaltaban nuestros camiones cargados de tomates, de fruta, incluso vino, bajo un cierto relax de sus autoridades.
Posiblemente nos hace sentir rechazo ver las imágenes de esas carreteras con camiones abiertos o volcados con toda su mercancía sobre la calzada, incluso algún camión incendiado en ciertas ocasiones, pero si nos pusiéramos en su piel, ¿lo veríamos de igual forma?
En dos días, ya tienen nombre a su movilización: “los chalecos amarillos”, y tienen a toda Europa con el foco dirigido a ellos.
Pero “Spain is different!”, como decía aquella campaña de los años 60 o 70. Aquí nunca pasa nada. Tenemos una idiosincrasia especial, un clima envidiable, las mejores ciudades donde vivir del planeta, la cultura de la siesta, una buena calidad de vida de media, y nos gusta más un salario fijo, aunque sea pequeño, y un contrato indefinido que arriesgarnos a un “American Dream”, o sueño americano que nos pudiese hacer tener un éxito superior a lo estándar.
No estamos acostumbrados a reclamar nada, ni a nuestros políticos locales, ni autonómicos, ni nacionales, y si lo hacemos, nunca es en bloque, como si fuésemos una piña, y casi nunca de forma persistente. Así es fácil contrarrestarnos, dejando simplemente que el tiempo diluya o difumine el ruido, y a otra cosa mariposa. Con manifestaciones de “cientos” de participantes, no se hace nada.
Tenemos que aprender a exigir respuestas, no solo a que se nos escuche. Esta semana creo que he contado cuatro manifestaciones en España que han aparecido en los informativos: policías nacionales y guardias civiles, funcionarios de prisiones, el taxi en Sevilla, y por el ferrocarril en Extremadura… ¡vaya! el ferrocarril de nuevo, ¡no me acordaba!, seguimos sin ninguna respuesta de la mejora de nuestro tren Jaén-Madrid, como parece que también en muchos otros territorios de nuestro querido país.
Quizás sería bueno echar mano de algún altavoz, o antena emisora en forma de “chaleco amarillo”, para obtener también “quizás” alguna respuesta.