En Estados Unidos es muy normal que a las puertas de un supermercado, o de cualquier centro comercial, los congresistas se reúnan con los ciudadanos para explicarles la labor que llevan a cabo. De esa manera, el ciudadano estadounidense puede preguntarle directamente al congresista por este u otro tema y cómo van las gestiones sobre este otro. Esto marca totalmente la diferencia entre la democracia española y la estadounidense. Son encuentros que vienen siendo habituales, de los diputados norteamericanos que, una vez que han sido elegidos, se van a las calles de su circunscripción electoral , de vez en cuando, para explicarle a los vecinos qué están haciendo y preguntarles qué quieren que trasladen al Congreso de los Estados Unidos.
Es una idea interesante y lo es todavía más el nombre por el que se le conoce a estos encuentros. Congress on your corner (el Congreso o el parlamento en tu esquina).
Lo más parecido que podemos encontrar en la política española es ese hartazgo que nos llega con las campañas electorales. Actos de partido, con un público y con preguntas que previamente han sido seleccionadas y en los que los candidatos comparecen con atuendo informal, una chaqueta sin corbata ó una chupa. Intentan aparentar cercanía ajustándose al perfil del pueblo, del barrio ó del gremio que se pretenden acercar. Pero esto es solo una imagen de campaña totalmente prefabricada, exactamente igual que los autobuses llenos de banderitas y de bocadillos. Ninguno de los grandes partidos se sale de este guión a pesar de que la sociedad española ya ha dado suficientes muestras de alarma por el distanciamiento de los ciudadanos y la apatía creciente que produce la política en general.
De la misma forma que se escapa de las listas abiertas, se evita también cualquier iniciativa que pueda suponer la apertura de los partidos y un menor control de las respectivas organizaciones por parte de los diferentes aparatos.
Esta situación provoca que cada convocatoria electoral degenere en un periodo de crisis en los partidos políticos. El ex ministro socialista Antonio Asunción decía que “no puede ser que los partidos políticos, se gestionen como cortijos. Esto hay que cambiarlo mediante una Ley. En Estados Unidos empezaron en 1840, aquí no hemos llegado”. Con todas las diferencias que se quieran hacer, cuando Álvarez Casco se largó del Partido Popular también se quejó de lo mismo que Asunción, la posibilidad de que un partido político elija a sus candidatos democráticamente cuando dos ó mas personas aspiran a ese puesto.
Eso aquí no vale en absoluto. En estas elecciones estaremos dominados por los CUNEROS(Aquellos que impone el partido y que no tienen nada que ver con la provincia por la que se presentan).
Ya verán cómo, entre los cientos de promesas que se van a hacer en los próximos días que nos quedan de campaña electoral, ninguna se va a referir a la apertura de los partidos, a la cercanía de los políticos a la sociedad ó a la participación de los ciudadanos una vez que pase la jornada electoral. Y no va a ocurrir porque aquí el córner tiene otro sentido: en el mundo del fútbol, la expresión equivale a quitarse el problema de encima. Y es ahí donde los partidos políticos han mandado su democracia interna, al córner.
No me imagino al Ministro cunero Grande Marlaska que dice que conoce la provincia de Cádiz porque pasa una semana al año en Rota, poniéndose en la puerta de un Mercadona en Algeciras, explicándonos qué es una comarca subdesarrollada como él nos califica.