Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, aseguró el 31 de enero que
“España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado” de coronavirus y se mostró confiado en que “no haya transmisión local”, remarcando que, “en ese caso, sería muy limitada y muy controlada”. Nadia Calviño, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital de España, declaró el 4 de marzo que
“las estimaciones que en este momento se están haciendo del posible impacto de la enfermedad nos arrojan un impacto poco significativo” y, aunque aclaró que “es importante tomar estas estimaciones con gran cautela”, vaticinó una recuperación rápida. El director general de Información Económica de la Secretaría de Estado de Comunicación, Daniel Fuentes, apuntó, en esta línea, que “España se vería menos afectada que otras grandes economías europeas” por la pandemia.
Tanto Fernando Simón, con más de 44.000 muertos después por el Covid-19, como Nadia Calviño, tras confirmarse el mayor descalabro histórico de la riqueza española, siguen al frente de sus responsabilidades. Fallaron con sus pronósticos o mintieron. Cualquiera de las dos opciones es reprobable.
Lo que es innegable es que han fracasado estrepitosamente en la gestión de las crisis sanitaria y económica. Sin embargo, hay camisetas con la cara de Simón estampadas, como si fuera un icono pop, y Calviño ha sido candidata al Eurogrupo.
Lo peor está por venir. Simón y Calviño integran el tándem de este Gobierno para afrontar una segunda ola de la pandemia y la catástrofe económica a la que estamos abocados. El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
no tiene intención, por lo que parece, de hacer autocrítica, de renovar equipos, de dar un giro a una política que ha resultado inútil. Simón y Calviño representan ese desafío al sentido común y al buen gobierno. La autocomplacencia del presidente es especialmente peligrosa justo cuando los contagios crecen exponencialmente otra vez. El pasillo de sus ministros apludiéndole a la vuelta del Consejo Europeo en el que se pactó las condiciones del rescate a España y el lamentable espectáculo en el Congreso, con la bancada socialista a rebosar solo para volver a recibir un aplauso por su intervención, no solo dan vergüenza ajena, también evidencian una absoluta desconexión con la realidad y prepotencia.
Pedro Sánchez va de sobrado porque nos la hemos tragado todas hasta ahora. Nos hemos tragado que todo iba a salir bien, nos hemos tragado los arcoiris y el Resistiré del Dúo Dinámico, que haya 13.000 muertos que Simón no sabe dónde colocar, lo del inexiste comité de expertos, que se iba a llevar a cabo la mayor movilización económica de la historia para que nadie se quede atrás. Somos responsables y los únicos que podemos plantarnos. Ya hay 7,2 millones de españoles en situación de paro económico y somos el segundo país de la UE que peor ha soportado la crisis. Más vale que reaccionemos.
Pedro Sánchez no piensa en soluciones; solo está afanado en dar con alguna otra maniobra para entretener al personal.