Hemos educado a las últimas generaciones en la ecología. Les hemos hecho protagonistas del cuidado del medio ambiente y ahora queremos que lo olviden igual que olvidan la historia o las ciencias al terminar los estudios. Pues igual que el cambio climático no tiene vuelta atrás, sus guardianes tampoco.
Es muy joven la generación que se ha puesto en pie y le ha hecho frente a los políticos. Han venido para que los compromisos se cumplan de verdad y no se queden en papel mojado.
Siento orgullo de Greta Thunberg, de dieciséis años, de Anuna de Weber de diecisiete y de Kyra Gantois de diecinueve. No hacen política al uso, no pertenecen a ningún partido porque entienden su lucha transversal. Va más allá de las siglas, compete al género humano. Hacen manifestaciones e increpan a los políticos en Bruselas. Han venido para quedarse y hacer suficiente ruido para que la población sea consciente de la gravedad del problema y de las pocas medidas que se están poniendo en marcha.
Algo han hecho bien los educadores estos últimos años. Con estos jóvenes dejamos el mundo en buenas manos. Yo creo en ello, a pesar de lo difícil que lo tienen. Igual que cuando Carmena empezó a prohibir la circulación por contaminación y creyeron que no podrían. Estos jóvenes podrán. Son nuestra esperanza, brotes verdes de verdad que se extenderán formando un gran bosque.
Si vinieran extraterrestres le encomendarían el cuidado de la Tierra. Son la tribu azul de la película de Avatar, se comunican entre ellos y tienen clara su lucha y la enormidad del enemigo.