La Asociación Gaditana de Radio-Taxi registró, solo en marzo, 38.000 llamadas para solicitar un vehículo. A esta cifra hay que sumar los usuarios que prefieren hacerlo por medio de la aplicación móvil y los que lo hacen directamente en una parada. Los números, tras la pandemia, son más que aceptables. La valoración de los gaditanos, también. Pero las dificultades por las que atraviesa la asociación, a la que pertenecen 198 de los 224 taxis de la ciudad, podrían perjudicar la calidad del servicio.
Un cartel en la pequeña gasolinera de dos surtidores que posee Radio-Taxi junto a las oficinas y el taller, en calle Chiclana, informa de que no hay combustible porque no pueden asumir la bonificiación de los 20 céntimos.
Rafael Reyes, presidente de la asociación, explica que la venta permitía afrontar los gastos mensuales que soporta, unos 27.000 euros, en mantenimiento de los sistemas de geolocalización, “el mejor de España”, o el alquiler de las instalaciones, unos 800 euros, que pagan religiosamente al Ayuntamiento pese a que la falta de mantenimiento es ostensible.
También asumen las nóminas del personal, lógicamente. Solo hay siete empleados: una administrativo, Ana Cano; un mecánico; y 5 operadores que atienden al teléfono. Dos están de baja, duplicando el coste por sustitución.
Reyes admite que, de seguir sin ingresar nada, salvo las cuotas de los miembros, de 100 euros al mes, tendrán que prescindir del turno de noche de atención al cliente.
Espera, no obstante, colaboración por parte del equipo de Gobierno. Aunque, hasta ahora, no la ha tenido. Pide la cesión del local que ocupa Radio-Taxi ahora u otro. O ayudas económicas para cumplir con las exigencias del Ayuntamiento. “La ordenanza del taxi (que se debatirá en este Pleno) plantea que la flota esté compuesta por coches híbridos o eléctricos en 2030, pero doblan el precio a uno normal”, advierte. También plantea el incremento de eurotaxis, pero uno cuesta 35.000 euros; adaptar los que tienen, unos 9.000. “Gastó un 40% más en gasóil”, denuncia. Y las tarifas subieron el año pasado poco más de un 1% y no se revisarán, en el mejor de los casos, hasta el año que viene.
Pierden, por lo tanto, poder adquisitivo y el equipo de Gobierno pide pero no da nada a cambio. Y, además, con la peatonalización de la Avenida de Portugal, por ejemplo, o Plaza España, se resiente el valor de su trabajo con un servicio de puerta a puerta.