Cádiz
?No beses, no des la mano, di hola?
Al cumplirse ahora un año de la llegada a España del virus detectado en México de la, primeramente llamada gripe porcina, basta hacer un repaso por los titulares de los medios de comunicación para comprobar que el miedo es, quizás, el virus más contagioso.
Aunque, ¿cuántos virus habrán dejado de expandirse gracias a los miles de expendedores de jabón líquido puestos a la entrada de las oficinas o en sus aseos? ¿Y cuántas personas habrán dejado de contagiarse al usar mascarilla o estornudar tapándose la boca con el codo en lugar de con la mano?
No podemos olvidar tampoco el ingente trabajo que habrán tenido los coordinadores que, de acuerdo con la Guía para la elaboración del Plan de Actuación de las empresas o centros de trabajo frente a emergencias, tenían que designar las empresas para planificar las labores de respuesta en caso de pandemia.
Trabajar desde casa, con horarios flexibles, modificar la frecuencia de las reuniones y de los viajes, así como comunicar a empleados clave los conocimientos importantes de la empresa son otras propuestas de dicha guía que, de momento, tendrán que esperar a otra ocasión propicia.
La primera pandemia del siglo XXI también topó con la Iglesia, ya que se retiró el agua bendita de la entrada de los templos, e incluso el cabildo de la catedral de Santiago de Compostela decidió que los peregrinos y fieles no besaran al Apóstol, una tradición secular que llegó a quedar en suspenso como medida preventiva ante la nueva gripe.
La vuelta al cole después del verano estuvo en un tris de ser atrasada, aunque al final estudiantes y profesores no vieron alargadas sus vacaciones estivales.
Pero tanto niños como profesores estuvieron también en el ojo de la noticia ante las peticiones hechas, desde profesionales de la pediatría y de sindicatos de la enseñanza, para que fueran vacunados todos ellos contra la gripe A para evitar los contagios masivos.
Algunos políticos pidieron, de hecho, la vacunación frente a la gripe A para todos los niños, adolescentes y jóvenes desde los 6 meses hasta los 18 años, e incluso que el Gobierno comprara vacunas para toda la población como se preveía que hicieran otros países europeos.
Los taxistas, por su parte, hicieron amago de pedir a los responsables sanitarios de las distintas comunidades autónomas que se vacunara a todo el sector contra el nuevo virus.
Un posible colapso de los centros de Urgencias y Emergencias a causa de la gripe A fue otra alarma, a la larga injustificada, que partió desde algún colectivo sanitario.
Si miramos al exterior, habría que preguntarse cuántos rusos dejaron de degustar nuestros excelentes productos derivados del cerdo por la prohibición temporal de su Gobierno de cerrar las fronteras a la carne porcina española.
Muchos se preguntarán ahora cuánto de razón tenía aquella monja benedictina y doctora en medicina que inició un movimiento ciudadano en internet para impedir que la vacuna contra el virus de la gripe A(H1N1) fuera obligatoria y para cuestionar la gestión de la enfermedad.
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