Con el nuevo aparato, que se ajustará más estrechamente a la tubería de donde mana el petróleo, la compañía pretende controlar la práctica totalidad del vertido, aunque durante los días que tarde en terminar la operación el flujo que se escapa al mar será mayor.
BP recibió el viernes el visto bueno del Gobierno estadounidense a la operación, que empezó el sábado para aprovechar unos días de buen tiempo tras un período de mar agitado que ha dificultado las actividades de recogida.
La petrolera británica estima, según comunicó el sábado, que tardará entre cuatro y siete días en tener el aparato en funcionamiento, pero alertó de que la nueva campana no se ha instalado a tal profundidad antes, lo que hace delicada la operación.
La empresa ha colocado en el lecho marino otras campanas de reserva y podría volver a instalar el sistema que había funcionado hasta este sábado si la nueva estrategia no funciona.
El Gobierno de Estados Unidos calcula que del pozo se derraman entre 35.000 y 60.000 barriles de petróleo al día, 25.000 de los cuales BP lograba canalizar hasta dos barcos en la superficie.