El machista no nace, se va haciendo poco a poco, desde los primeros años de su vida con lo que ve y lo que oye a su alrededor. El entorno escolar y la familia influyen en sus comportamientos violentos, que a veces aparecen con sólo doce o trece años.
Éstas son las conclusiones de profesionales como el psiquiatra del Hospital Clínico Lozano Blesa de Zaragoza, Pedro Manuel Ruiz, que trata a diario a chicos problemáticos, y en ocasiones violentos, que justifican sus conductas con un afán de protección y paternalismo hacia sus parejas.
A estos chicos no les gusta que sus novias salgan solas de casa, ni que lleven ropa corta ni que, en definitiva, tengan una vida al margen de la que ambos comparten.
Ruiz asegura que “muchas” jóvenes ponen fin a la relación cuando observan estas “señales” o cuando son “víctimas de episodios violentos”. Sin embargo, hay otras que adoptan una actitud pasiva y sumisa hacia el hombre, y que incluso creen que ése es el rol que les corresponde representar.
Los datos del estudio Igualdad y Prevención de la violencia de género en la adolescencia, presentado en julio por el Ministerio de Igualdad, también son reveladores: un 4,9% de las menores de edad han sido maltratadas en alguna ocasión por su pareja y para un seis% no era la primera vez.
El 3,2% de los varones de entre 13 y 18 años reconoce haber pegado a su novia y un 34% es reincidente porque ya lo había hecho en una relación anterior, algo que se podría evitar si la prevención en el colegio llegase a toda la población.
Ruiz afirma que, pese a que pueda resultar sorprendente, “hay mucho machismo entre los adolescentes”, y explica que ha habido generaciones en las que “se ha trabajado mucho la coeducación y se han desechado muchas actitudes machistas”, pero que también hay “temporadas” u “oleadas de generaciones” que vuelven a mostrar estas conductas.