La recién presentada Liga F, el fútbol profesional femenino, no ha podido comenzar este fin de semana la competición como estaba previsto. La causa es la
huelga de árbitras en base a una “indefinición laboral” a la hora de ejercer sus funciones. Con este panorama, el colectivo no ha querido dirigir la primera jornada de la competición, que ha sido aplazada.
"La RFEF ha intentado boicotear la liga femenina y el CSD lo ha permitido", así de claro lo tiene Beatriz Álvarez de Mesa, presidenta de la Liga Profesional de Fútbol Femenino.
La Liga Profesional de Fútbol Femenino que preside Álvarez de Mesa
acusa directamente a Luis Rubiales, presidente de la RFEF, de
engañar al colectivo arbitral y de alimentar la protesta de las colegiadas. “La profesionalización del deporte femenino vuelve, lamentablemente, a vivir un nuevo episodio de bochorno", aseguraba en un comunicado en el que señalaba sin dudas a Rubiales como culpable de la huelga acusándolo de “utilizar a la mujer como ariete para conseguir su único objetivo,: destruir el fútbol femenino español e impedir que el fútbol profesional femenino crezca de la manera que lo está haciendo”.
Las árbitras dependen de la Federación Española de Fútbol (RFEF) y nunca antes habían reclamado sobre su situación laboral hasta 48 horas antes del inicio de la competición.
Según parece, la RFEF desea aumentar en un alto porcentaje los honorarios de las colegiadas, pasando la Liga F de abonar 3.300 euros por cada partido a 21.000. De ahí, un amplio porcentaje sería para la propia RFEF, que casi podría acaparar los 5 millones aportados a la competición por el Consejo Superior de Deportes.
"Estamos tristes de haber llegado a esta situación vergonzosa", ha declarado Álvarez de Mesa sobre este nuevo capítulo de la disputa entre la RFEF y la LPFF.
Por su parte, el colectivo arbitral ha convocado una rueda de prensa este lunes para informar de la situación y del estado de las negociaciones.