Fastidiados pero como sino ocurriese nada. Es el clima que se respira desde el exterior del Club Baloncesto Sevilla tras acumular diez derrotas consecutivas.
Cuesta pensar que un club reconstruido con el “poder” financiero de un grupo inversor como es Jefferson Capital se quede sin palabras ante la inquietante situación deportiva y social que radica a estas alturas sobre la entidad baloncestísticas. Y es que si el objetivo fundamental de dicho inversor es precisamente forjar un nuevo negocio institucional y económico con el baloncesto en la ciudad de Sevilla bien deberían saber que discurren por ahora por el peor de los caminos posibles.
Primero, porque la hinchada y los aficionados al básket comienzan a abandonar domingo a domingo al club, dejando un San Pablo medio vacío en cada uno de los encuentros de la ACB. Y ya si es en la Eurocup mejor ni evaluarlo.
Luego, porque a este ritmo van a terminar por descender al equipo a la LEB por primera vez en su historia. Y tercero y probablamente más importante para éstos, que así ningún patrocinador va querer invertir en un producto muy devaluado.
Lo primero, que sería buscar la seriedad en el banquillo con un entrenador con carnet, ni se lo plantean, al menos que sepamos. Y la postura de Galilea comienza a verse cuanto menos ridiculizada.