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Desde el Silicon Valley

Convertir lo animal en vegetal es tendencia

A pesar de que ahora es una clara tendencia, el veganismo no es algo tan nuevo. Pitágoras o el budismo ya ponían en práctica la idea

Publicado: 06/11/2018 ·
16:27
· Actualizado: 06/11/2018 · 16:27
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Autor

Danny Sánchez-Mola

Fundador/CEO de Kolau, empresa del Silicon Valley y primera tecnología que introduce el Hazlo-Tú-Misma(o) al posicionamiento web

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Traemos lo último, lo que es noticia, lo que se cuece en el horno del ecosistema startup en la Bahía de San Francisco

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A pesar de que ahora es una clara tendencia, el veganismo no es algo tan nuevo. Pitágoras o el budismo ya ponían en práctica la idea de no consumir ni usar productos de origen animal para ejercer la no violencia. Esta tendencia está basada en el animalismo, una ideología igualitarista en la que se equipara al ser humano con los otros animales y cuyos promotores afirman sentir una profunda empatía y compasión por el sufrimiento animal.

De hecho, el concepto vegan (veganismo) nació en Leicester, Inglaterra, en 1944, en la sociedad creada por Donald Watson, llamada Vegan Society. De ahí se ha extendido por todo el planeta, ganando cada vez más adeptos, sobre todo en las sociedades más desarrolladas.

Según un informe de 2017, el 6% de los consumidores norteamericanos se declaran abiertamente veganos, lo que supone un crecimiento del 500% respecto a 2014. Además, el portal estadounidense Quartz muestra con una gráfica cómo las búsquedas del término vegan en Google se han disparado durante estos dos últimos años. Según Google Trends, la palabra veganismo ya superó en 2017 los 100 puntos de interés (el máximo que contabiliza la plataforma) lo que ha hecho que se incorpore en muchas estrategias de marketing de empresas de comida.

Tanto las empresas como los inversores han detectado esta tendencia y están aprovechándola para crear soluciones ingeniosas a la vez que controvertidas, muchas de las cuales se acercan a la ciencia ficción.

La semana pasada, Geltor, una startup de tecnología alimentaria afincada en Silicon Valley, recibió 18,3 millones de dólares en una ronda de financiación de Series A liderada por la firma de inversión Cultivian Sandbox Ventures. La compañía se dedica a crear colágeno – un componente de la gelatina – a través de la fermentación de bacterias en un medio a base de levadura para crear estructuras de proteínas que actúan de una forma similar al colágeno derivado de animales.

El CEO de la startup, Alexander Lorestani, afirma que sólo un 31% de los consumidores saben que la gelatina es un producto derivado de los animales, que tradicionalmente se elabora extrayendo el colágeno de los huesos de cerdo y de vaca, llevándolos a ebullición. Según Lorestani, su colágeno vegano facilitará el desarrollo de golosinas como los famosos ositos de goma, imitando el sabor y la textura de su ingrediente animal mejor que otros ingredientes vegetales como la pectina o el agar-agar.

Otra de sus ventajas competitivas radica en el hecho de que permitirá acercar la gelatina a los consumidores kosher o halal que evitan el consumo de productos derivados del cerdo, además de poder ser utilizado como ingrediente en suplementos alimenticios o cosméticos.

También existen otras compañías que están recibiendo un gran apoyo por parte de inversores para desarrollar productos vegetales que sustituyen a los de origen animal, como es el caso de Just, otra startup californiana que está a punto de ser la primera en comercializar nuggets de pollo cultivados en un biorreactor, lo que se conoce como clean meat (carne limpia) o carne artificial. Finless Foods, en cambio, se dedica a crear carne de pescado artificial de una forma similar.

Just recibió más de 270 millones de dólares para que sus científicos creen carne en sus laboratorios a partir de la alimentación de células (extraídas de la biopsia de una pluma) con nutrientes de origen vegetal. La compañía afirma que de esta forma no es necesario matar a ninguna criatura viviente.

El desafío de la ingeniería para lograr hacer crecer carne en un laboratorio es grande, pero convencer a los consumidores para que se alejen de su forma habitual de comer puede que sea aún mayor, pues estas carnes no terminan de ser iguales a las de animales sacrificados – no tienen grasas, tejido conjuntivo ni sangre, que es lo que da sabor y color a la carne. Por este motivo, estas compañías evitan aplicar esta técnica sobre la carne roja.

A pesar de que es fácil imaginar cómo la carne cultivada en el laboratorio contribuiría a mejorar el planeta – se estima que a la larga nuestro planeta no podrá permitirse el suministro de agua, combustible, pesticidas y fertilizantes que requiere la producción animal industrializada – aún hay pocos datos que lo respalden.

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