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Desde la Bahía

La dignidad consistorial de los homenajes

Lo tenemos aquí. Lleno de vida. Y sueña y espera ver su nombre rotulado en su calle natal.

Publicado: 19/07/2020 ·
21:44
· Actualizado: 19/07/2020 · 22:49
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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De joven era más cristiano, más católico, que a esta edad avanzada, en la que la fe en las creencias queremos sustituirlas por una “imposición”. Necesitamos saber que no es sólo la oscuridad, la nada o el vacío lo que nos espera. Pero es esperanza, verde como los ramales del trigo en primavera, paja calcinada en el estío, cenizas otoñales, olvido invernal. La valía de la enseñanza religiosa a edades avanzadas impresiona nuestras conciencias con la misma intensidad que lo hace una imagen fotográfica de la madre que perdimos cuando aún éramos muy jóvenes.

Sé que hoy día el hablar de religión te expone a que te encasillen en el compartimento de lo “arcaico”, lo retrógrado. También sé que es un hecho privativo de la religión católica, porque otras, sin la historia y tradición de ésta, tienen una suerte y una receptividad totalmente diferente. En este país cambiar el mar por una laguna, no es nada extraño.

Pero hoy me váis a permitir, queridos lectores, que recuerde cómo un hombre solo, un centurión, nos relata el Evangelio, se acercó al Maestro y le pidió salud para su sirviente y cuando Cristo le dijo que iría a verlo, la fe, la bondad y la humildad de este hombre, hizo que su frase (Señor, no soy digno, ni merezco...) se eternizara.

Sé que todo hombre o mujer que tiene un cargo, sobre todo si este es político, tiene que poner todas sus energías no solo en el justo desempeño del mismo, sino lo que es más importante, en su conservación, que viene validada por el voto. Sus acciones cuanto más posibilidades tengan de conseguir  aumentar el apoyo ciudadano, más diligentemente las llevan a cabo. Se podía debatir la legalidad, pero no la legitimidad. Es el juego político actual, imponer la ideología.  Las preferencias están con “los de su cuerda”.

El Carnaval es parte alícuota muy importante en la cultura de este lugar. Siempre he considerado esencial en relaciones sociales, el humor, la crítica y la ironía. Es un triunvirato que conforma una saeta que tiene su diana en el sentido inteligente de la vida. Juan Rivero Torrejón que falleció el pasado mes de febrero, dedicó parte de su vida al engrandecimiento del Carnaval. Tuvo su recompensa en los múltiples premios que consiguió. Por muy sencilla y modesta que una persona sea, el derecho a soñar es propio de cualquier ser humano y este autor, quizás en más de una ocasión soñó con ver rotulada una calle de su Isla con su nombre.

Hemos de echar mano a esa esperanza religiosa que al principio aludí, para creer que esta idea de dedicarle una calle y un busto - ahora bien apoyada por el Gobierno Local, a la vista de la amplia cuantía de personas y entidades que lo aconsejan - pueda tener en él, recepción y conciencia de ello, tras su muerte. Por esto es preciso que los niños conozcan los evangelios en las escuelas. La senectud les dará la razón. Los años son las teclas que conforman el concierto de la vida.

Me parece muy bien esta petición para un isleño tan destacado. Pero hay otra, que he pedido en varias ocasiones y que aunque no la tengo respaldada gráficamente por ninguna entidad o grupo, si es conocida por los mismos y aceptada con seria unanimidad. Es la de un isleño pleno, difícil de igualar por “todos los palos” que ha tocado, pero el fundamental su profesión médica.
Pediatra que ha visto nacer a generaciones entre las cuales ha habido más de un ilustre. Sufrió como nadie al ver su padre en el Penal por motivos políticos. Utilizando lenguaje militar se podría decir que comenzó de “corneta” y terminó siendo “capitán general” sanitario. Director de unos de los mejores hospitales de este país. Siempre en San Fernando. Siempre engrandeciéndolo. Pero tiene un argumento más: va a cumplir prontamente noventa y dos años,ç con plena actividad psíquica, de verdadero intelectual como lo demuestra su aportación continuada a la Real Academia San Romualdo. Lo tenemos aquí. Lleno de vida. Y sueña y espera ver su nombre rotulado en su calle natal.

No sería legítimo, legal, ni justo, olvidar al Doctor Don Juan García Cubillana ahora que todo marcha por lo visto con cierta rapidez hacia la concesión de este homenaje a nuestro gran autor carnavalesco. No puedo tener la misma calidad que el centurión, pero sí su mismo empecinamiento.   

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