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Editorial Andalucía

Lo malo de hacer gala de la belleza

La estupidez superlativa y paranoica de un amplio sector del feminismo más radical no escatima calificativos a la hora de despreciar a certámenes de belleza

Publicado: 05/04/2019 ·
11:16
· Actualizado: 05/04/2019 · 11:16
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Viva

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Acabo de enterarme de que el certamen de belleza Miss España vuelve a celebrarse tras ocho años. No es un tema que me interese, pero por lo que he podido ver en medios y redes sociales he supuesto que muchas feministas debieron pensar que fue un logro para el empoderamiento de la mujer que desapareciese el certamen, ya que su retorno ha causado un ridículo debate sobre si es o no machista su celebración.

Y eso que en la próxima edición del certamen Miss España podrá participar el hombre que lo desee, imagino que transgénero. Un (o una) transgénero de España ganó el certamen de Miss Universo el pasado año. Se me ocurre que elegir a un hombre como ganador en un certamen de belleza de mujeres debería considerarse una afrenta contra ellas, aunque para las neo-feministas no creo que suponga un caso de machismo.

Estas cosas ya no sorprenden cuando la artificiosa corrección política que asfixia a la sociedad es capaz de convertir en objeto de crítica y debate cuestiones tales como la del orden en que se deben colocar las palabras hombre y mujer en los documentos legales.  

En relación con los concursos de belleza, uno de los argumentos más demagógicos que he oído a alguna feminista es el de que la belleza es una cualidad que se aprecia más en la diversidad y en los certámenes como Miss España hay muchas mujeres que poseen esa cualidad “en serie”, vamos que todas son igual de guapas.

Además de negar la existencia de cualquier canon de belleza (tachando de un plumazo siglos de arte) estas feministas los critican a ultranza, aportando razonamientos tan preclaros como el de que en el cine y el teatro los cuerpos diversos triunfan igual que los que son tenidos por bellos.

Es evidente que olvidan que tener belleza no implica carecer de otras cualidades y viceversa, aunque para las feministas que critican a los certámenes de belleza por lo visto es precisamente la belleza una cualidad prescindible.

Hay demasiado puritanismo y mojigatería en un movimiento feminista que desde una dudosísima superioridad moral no para de decir a las mujeres lo que pueden y no pueden hacer, para que luego lleguen políticos advenedizos y legislen convirtiendo esas ideas en leyes de obligado cumplimiento que censuran y quitan libertades.

Recordemos que ese feminismo que censura a los certámenes de belleza ya lo hizo por ejemplo con las azafatas que participaban en el entorno publicitario de las carreras de Fórmula Uno y en otros muchos eventos deportivos. La estupidez superlativa y paranoica de un amplio sector del feminismo más radical no escatima calificativos a la hora de despreciar a los certámenes de belleza.

Por desgracia tanto la ignorancia como el miedo a perder privilegios hacen que muchos/as celebren todo lo que vaya en contra de la libertad e impedir hacer gala de la belleza forma parte del lote. Es ridículo.

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