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El jardín de Bomarzo

Lo nunca visto

De la pasada edición de Fitur celebrada en Ifema bajo los efectos de una pandemia que se hizo notar por la escasa afluencia de público

Publicado: 28/01/2022 ·
13:41
· Actualizado: 28/01/2022 · 13:41
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Bomarzo

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El jardín de Bomarzo

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De la pasada edición de Fitur celebrada en Ifema bajo los efectos de una pandemia que se hizo notar por la escasa afluencia de público y que, dicho sea de paso, pone en entredicho la idea de un formato basado en el folleto y no acorde con los tiempos actuales y que, por tanto, requeriría de una urgente remodelación, destacó la puesta de largo de proyectos de presente y de futuro para localidades gaditanas como Sanlúcar, Jerez o Cádiz; Sanlúcar cogió el testigo para ser este 2022 Capital Española de la Gastronomía, Jerez presentó su candidatura Vientos de Cultura en una apuesta con proyección para toda la provincia de cara a convertirse en Capital Europea para la Cultura en 2031, mientras que Cádiz aterrizó en Fitur con la candidatura al X Congreso de la Lengua. Proyectos de envergadura para una provincia dispar. Porque Cádiz lo es a diferencia de otras tantas andaluzas que no tienen la peculiaridad de contar con ocho municipios por encima de los cincuenta mil habitantes y de que uno de ellos, Jerez, es más extenso en territorio y tiene más población que su capital, Cádiz. Todo ello, históricamente, ha propiciado disputas y distanciamientos, avalados siempre por intereses partidistas o electorales y, cómo no, por unos egos personales por los que se disipa todo. No solo sucede en la provincia de Cádiz, claro está, pero quizás se note más dadas sus características geográficas y poblacionales en este sur de España frontera de paso hacia África.

Los distanciamientos son, muchas veces, un reflejo de los egos personales y ahí está como ejemplo el hecho de que Pedro Sánchez y Pablo Casado, los líderes del Gobierno y del principal partido de la oposición, no se hablen desde hace casi año y medio, en concreto conversaron tras los incidentes en Ceuta y llama la atención que esto pase en un momento social y político tan delicado como el actual, procesando una pandemia y, por consiguiente, una crisis psicológica y económica de todo un país perdido en la neblina de esta pandemia. Pues ni por esas. Y, obviamente, si el ejemplo de los principales líderes es éste, luego se traslada a los ambientes autonómicos y Moreno Bonilla y Espadas son incapaces de encontrar un punto de conversación ágil para darle presupuestos a Andalucía y evitar unas elecciones que serán en mayo o junio para interés, sobre todo, de Vox, el partido más interesado en que se celebren ya. Y, siguiendo, este cruce de desencuentros se traslada también a la esfera local y municipios que deberían establecer estrategias comunes porque común es el interés no se hablan, ni proyectan juntos para venderse mejor como es el caso de la gastronomía, la cultura o la lengua de Sanlúcar, Jerez o Cádiz y no solo de cara a Fitur sino a todo lo demás. Porque cuando una ciudad gana un evento de este calibre gana el municipio y la onda expansiva beneficia a su entorno más inmediato; cuando Cádiz organiza una regata de altura, Puerto Real, El Puerto, Chiclana o San Fernando lo palpan, de la capitalidad gastronómica de Sanlúcar se beneficiará Rota, El Puerto y, cómo no, Jerez, por donde pasa la mayor parte del tráfico turístico a través de su aeropuerto. Y si Jerez logra ser capital europea de la cultura en 2031 y no lo tiene nada fácil porque compite, nada menos, que con Granada, será un hito con proyección para toda la provincia. Ante estas evidencias lo lógico sería que sus responsables políticos, al margen de partidos o de disputas personales, proyectaran planes de actuación complementarios, algo imposible porque a veces no se tratan ni aún perteneciendo al mismo partido por aquello de ubicarse en familias diferentes. Ante lo cual solo queda la mediación de la diputación, que apoya de manera individual y que, también, lo hace con diferente grado de interés en base al signo político o a la afinidad personal, dos cuestiones que vienen a ser como el sándwinch en medio del cual, fundido, se consume el ciudadano.

Cierto es que Mamen Sánchez y Kichi han establecido un antes y un después con visitas mutuas y un entente cordial que debería tener continuidad en la esfera de gestiones conjuntas y lo han hecho pese a pertenecer a formaciones distintas, también que hace unos años el PP planteó la Plataforma Sur de Europa entre Jerez, Cádiz y Algeciras -Pelayo, Teófila y Landaluce- pero aquello era monocolor y quedó en poco más que algunas fotos de corte electoral porque el resto de formaciones o instituciones gobernadas por otros partidos se sintieron al margen de la fiesta. No se trata de eso. La cuestión es poner el interés de los municipios por encima del político. Vamos, lo nunca visto.

Dicho esto. Hay pocos lugares que merezcan más que Sanlúcar esta capitalidad porque allí se come, y bebe, bien en casi cualquier sitio por el que uno deje caer su corpóreo apetito, acompañado todo ello por ese marco incomparable de naturaleza que es el coto de Doñana, el río alimentando la visual y en su desembocadura ese langostino que pasta y que ha hecho famosa a esta hermosa, única y muy especial localidad gaditana, que comparte con Jerez una denominación de origen con los vinos del marco que hoy en día acumulan halago tras halago entre los mejores sommelieres del mundo; al margen de las disputas entre Sanlúcar y Jerez y de su tradicional y mutua incompetencia en su política de márquetin para saber vender, y hacerlo al precio que merecen unos vinos esencialmente únicos y maravillosos, esta capitalidad debería servir para aunar esfuerzos en apoyo a ese sector servicios del que muchas localidades de la provincia de Cádiz viven y al que, para mal o para bien, están sujetas.

Hasta el más acérrimo jerezano elogia la belleza, la gracia y la singularidad que distingue a Cádiz, nuestra hermosa capital. Y su lengua es algo que la eleva por encima de a las demás, ha hecho de ella un arte y el habla gaditana es a día de hoy una marca con denominación de origen; a uno le cuesta distinguir una cosa sobre otra de Jerez porque es más de allí que el amontillado viejo. Jerez es arte, cultura y huele al albero húmedo confundido por el aroma a oloroso en esas hileras de botas en bóvedas altas que desde la solera hasta el vino del año muestran el delicado proceso de las cosas esenciales, es feria y es, cómo, una fiesta colorida y sonora por bulerías. Un fino viejo tipo La Panesa -exquisito- con unas buenas acedias de Sanlúcar -espectaculares- en una terraza con vistas a La Caleta -maravillosa- para tres comensales como Víctor, Mamen y Kichi por tres localidades absolutamente asombrosas. Para vivirlas y, cuando toque, desde las cuales viajar al otro lado.

Quizás esta pandemia y el virus galopante aporte secuelas imprevistas y, lo nunca visto, inaugure un tiempo político distinto en el que impere la cordura, el diálogo, los planes conjuntos, el sincero sentido de Estado y el hecho que debería ser predominante en la idea de que el político presta un servicio público por el bien del ciudadano, que es el cliente pagador de la fiesta. Y, lo nunca visto, en base a eso se aparten egos, disputas e intereses electorales. Lo nunca...

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