Seguro que se han enterado de que en Granada, noche sí, noche también, la gente sale a la calle alarmada ante los sucesivos temblores que sufre la ciudad y sus pueblos más cercanos. Es lógico que se hayan enterado: nos pillan cerquita, e incluso alguno se ha hecho sentir en poblaciones cercanas.
Quizás, si la tierra hubiera temblado en Soria, en Talavera de la Reina o Sanxenxo, tendríamos poco o ningún conocimiento de los hechos. Tal vez habríamos visto alguna reseña en un medio nacional, pero poca cosa. Es lo que sucede cuando la idea de que todo lo que ocurra fuera de la capital del reino y localidades limítrofes es poco más que anecdótico.
Es una idea que ha calado profundamente que no sólo afecta a los medios de comunicación. Aún recuerdo con cierta nostalgia dos grandes buzones colocados en el lateral del antiguo edificio de Correos, sito en el Paseo del Parque. Uno de ellos era para Madrid. El otro, rezaba Provincias. Todo el resto de España es eso, provincias, algo que está ahí porque tiene que estar, pero que si no existiera, pues tampoco pasaría nada. Ya lo dice su Presidenta: España es Madrid, y Madrid es España.
Todo gira en torno a ese agujero negro que es la capital del Estado, una abertura en el espacio-tiempo que absorbe todo lo que tiene a su alrededor. Incluso la propia estructura de comunicaciones española gira y tiene como punto de origen la capital, y lo que sucede dentro de sus límites es aumentado y convertido en acontecimiento a escala nacional, desde una nevada a la caída de un árbol del Retiro. Es como la casa de Gran Hermano, pero sin edredoning. Todo se magnifica.
Imaginen por un momento que sólo la décima parte de los temblores sufridos en la provincia vecina hubieran acaecido en Madrid. Tendríamos especiales de 24 horas, no quedaría un sismólogo que no paseara sus conocimientos por los platós de televisión, veríamos a Casado con su casco y su linterna inspeccionando las roturas de los edificios, y a Abascal gritando a los cuatro vientos que no es más que la prueba empírica de que España se rompe.
Deberíamos ser conscientes de que ser el centro geométrico no es más que un hecho anecdótico. Piensen que el punto medio de sus cuerpos viene a caer, chispa arriba, chispa abajo, en los alrededores de sus ingles, y no por eso todas sus conversaciones se centran en ellas.
