"Siempre pensó que había habido algo", según ella, y aunque tuvieron después otros cuatro hijos no volvieron a acudir al hospital Carlos Haya
Una familia malagueña espera la exhumación el próximo viernes de los restos de un bebé de una tumba del cementerio de San Gabriel (Parcemasa) para saber si se trata del hijo que tuvieron en 1973 y que, a las pocas horas de nacer, les comunicaron que había muerto, tras sospechar que fue robado.
La familia ha indicado a Efe que un juzgado de la capital ha autorizado la exhumación, que se hará a las 11:30 horas en la tumba familiar donde reposan los restos de los progenitores de la madre afectada, Francisca Sánchez, según publica en su edición de hoy el periódico "Málaga Hoy", para hacerles una prueba de ADN y determinar su identidad.
La Fiscalía inició diligencias en octubre de 2011 al estimar que los hechos denunciados podrían alcanzar "los tipos penales descritos en los artículos 220 y siguientes del Código Penal: suposición de parto y de la alteración de la paternidad, estado o condición del menor", según el escrito al que ha tenido acceso Efe.
Francisca Sánchez y su marido, según ha explicada ésta hoy a Efe, interpusieron una denuncia a principios del verano pasado en el Juzgado de Instrucción número 10 porque siempre sospecharon que su hijo no había muerto y ante las denuncias masivas por el supuesto robo de bebés entre los años 50 y 80 en hospitales españoles.
Sánchez ha relatado que ingresó en el hospital Carlos Haya el 2 de marzo de 1973 y que no dio a luz hasta después de tres días porque no dilataba, entonces le pusieron anestesia general pero no le hicieron cesárea, y tras el parto la despertaron, sobre las 10:30 horas.
"Me dijeron que era un niño", ha explicado la madre, que en ese momento tenía 24 años y que ha dicho que cuando preguntó si no le iban a enseñar a su hijo los sanitarios le contestaron que como era de noche "tenía que esperar a la mañana siguiente".
Francisca ha asegurado que tampoco le trajeron a su hijo cuando su marido fue a verla a la habitación, y que al querer saber si el niño estaba bien y si tenía algún defecto, solo le contestaron que "el único defecto que tenía es que era muy guapo y que pesaba cinco kilos y pico".
Sin embargo, alrededor de las seis de la mañana, la despertaron para decirle que su hijo había muerto, según ha precisado Sánchez, que recuerda cómo le entregaron a su marido una caja cerrada con los supuestos restos del bebé para que lo enterraran.
La única explicación que le dieron es que al nacer el niño había tenido un daño cerebral, pero cuando Francisca estaba llorando en la cama una enfermera le trajo un niño diciéndole que era el suyo, y ella vio cómo en el brazo del niño estaba escrito el número 25, "el mismo -ha dicho- que yo tenía en la mano".
Inmediatamente después vino otra enfermera corriendo, ha explicado, le dijo que "había habido una equivocación", y se llevó al bebé.
Ha asegurado que cuando se lo contó a su marido éste fue, acompañado de su hermana, a hablar con el director del centro, que les pidió que "perdonáramos, que había sido un fallo" y que éramos jóvenes, pero no existe ningún documento que acredite el ingreso de Francisca ni la muerte del bebé.
Su marido, Carlos, "siempre pensó que había habido algo", según ella, y aunque tuvieron después otros cuatro hijos no volvieron a acudir al hospital Carlos Haya porque "le horrorizaba".