José Antonio Griñán se convirtió ayer en el cuarto presidente de la Junta de Andalucía (el quinto si contamos a Plácido Fernández Viagas, que fue preautonómico) tras el respaldo de los 56 diputados socialistas -que ayer sí que disfrutaron con el debate dialéctico de su nuevo jefe de filas con los dirigentes de la oposición- y el voto en contra de los 53 parlamentarios de PP e IU, grupos a los que el aún candidato volvió a ofrecerles consenso y diálogo, especialmente frente a la crisis, en un debate en el que los populares volvieron a insistir en que no se había ganado el sillón presidencial con el respaldo de las urnas, mientras que la coalición de izquierdas dejaba claro que para ellos “no cambia el rumbo” de las políticas de la Junta con los anuncios de Griñán.
La segunda sesión del debate de investidura de ayer no tuvo nada que ver con la mañana del discurso del presidenciable. José Antonio Griñán, que confesó que había dormido bien “poco, como siempre”, volvió a demostrar que le va más la dialéctica del mano a mano y consiguió lo que no había arrancado el día anterior: el entusiasmo de las filas socialistas, sobre todo durante el enfrentamiento con Javier Arenas, el líder del PP-A, que aunque magullado por un accidente deportivo, sacó sus mejores armas para dar viveza a un debate que ya con Manuel Chaves estaba muy manido, se conocían demasiado. Quizás fue por eso, por la costumbre, por lo que se equivocó en varias ocasiones y llamó Chaves a Griñán: “es que es un milagro que en 24 horas el que era el segundo y el continuismo, sea el primero y el cambio”, se justificaba Arenas.
Sin el depósito de las calles
Lo cierto es que Arenas atacaba fuerte e incidió en su principal crítica de lo que parece va a ser el argumento del ataque de los próximos tres años (que Griñán garantizó que cumplirá al frente y “muchos más”, aseguró). Para el líder popular, Griñán tendrá la legitimidad del PSOE y del Parlamento pero “no tiene la legitimidad política de los votos, no se ha ganado la Presidencia, se la han regalado”, decía para incidir en el hecho de que no se había “pateado” los pueblos ni tenía “el depósito del liderazgo de la calle”.
“Será un presidente tutelado. Ha llegado fácilmente al cargo, heredándolo y sin pagar el impuesto de sucesiones de las urnas”, insistía Arenas, aunque Griñán y luego el portavoz del PSOE, Manuel Gracia, le recordaban que él había ganado las elecciones por mayoría cada vez que se ha presentado por Córdoba, obteniendo incluso más que Arenas en Almería -circunscripción por la que éste se presentó- y que quien elige al presidente, según el Estatuto que también apoyó el PP, es el Parlamento y la mayoría, la tiene el PSOE.
A pesar de sus críticas, de que parte del discurso de Arenas se centró en el continuismo que representa Griñán y, por tanto, del proyecto “agotado” del PSOE, de que no había concretado ninguna de sus ofertas de reforma, el líder del PP le decía al nuevo presidente de la Junta: “le prometo que voy a intentar ejercer una oposición contundente, sin descalificaciones en lo personal pero sí en lo político, porque no estoy aquí para aplaudirle ni reirle las gracias”.
Añadía que le encontraría en terrenos comunes para el acuerdo como el desarrollo estatutario, el pacto local, la reforma de la administración de Justicia, la financiación autonómica y la defensa de los intereses de Andalucía ante la UE, aunque dejaba claro que en el pacto por el empleo “sin reformas, será una broma, un fraude y un jardín sin flores”, frase muy celebrada por los socialistas.
Griñán, que le pedía que no fuera un “perezoso intelectual”, le invitaba a cambiar de discurso y a “no cruzar los puentes antes de llegar al río” porque le quedaban por delante tres años y eso le puede suponer al PP y a Arenas “un mayor desgaste, por miopía o por masoquismo, porque no lo ve o porque le gusta perder”, en referencia a la reiterada petición de elecciones anticipadas. De hecho, Griñán ni se dignó a contestar al órdago de Arenas, que le aseguró que “no votarían en contra” si se comprometía a que las próximas elecciones fueran separadas de otros comicios.
“Mirada torcida”
Tras criticar la “mirada torcida” que supone cuestionar la legitimidad de su Presidencia y defender las políticas en las que ha sido pionera la Junta (muy aplaudida la retahíla de derechos y servicios por los socialistas), Griñán dejaba de nuevo clara su voluntad de diálogo y consenso, que volvía a ofrecer, defendiendo los siete ejes en los que pivotará su futura acción de gobierno. Eso sí, diferenciaba esa confrontación dialéctica y de ideas: es posible el consenso en temas como el desarrollo estatutario y la educación, pero sólo hay posibilidad de acuerdos puntuales en la lucha contra el paro y otras cuestiones “porque no compartimos las ideas”.
Similar reflexión sacó de la intervención de Diego Valderas, de IU, en el que sí encontró mejor tono y más cercanía en sus postulados. A pesar de eso, Griñán le dejaba claro que los que más votan a la izquierda, votan al PSOE, por lo que le pidió un esfuerzo de entendimiento en el discurso parlamentario para buscar esos puntos comunes y dejando claro que “cuando los recursos son escasos, es cuando se demuestra la ideología porque es cuando hay que elegir qué hacer”.
Valderas, que dejaba claro que no dudaba de la legitimidad del nuevo presidente aunque sí criticaba la salida sin explicaciones de Manuel Chaves, anunciaba muy pronto su voto en contra al afirmar que sus propuestas “no eran garantía de cambios, no cambia la orientación económica, es la prueba del continuismo, es el mismo discurso con ligeros retoques estéticos”, le decía.
Estudiada ambigüedad
A la vez que reconocía su nuevo “talante”, su apuesta por la responsabilidad y humildad, criticaba su “estudiada ambigüedad” al hablar del modelo económico, tanta que ha sido aplaudida por los sectores económicos y neoliberales, a lo que Griñán se defendía apuntando que el sector público no puede sobrevivir sin la iniciativa privada, por lo que su desarrollo era la garantía de subsistencia del modelo de Estado de Bienestar actual.
A pesar de ello, Valderas también mostraba su disposición a llegar a acuerdos concretos para buscar una salida a la crisis “de izquierda y progresista”, y le anunciaba una oposición “firme”, por si pensaba que iba a ser más suave que los populares.
Tras el debate, las votaciones a voz alzada comenzaban, por cosas del azar, por José Caballos, ex portavoz parlamentario y uno de los “castigados” por Chaves en las guerras internas -en este caso, del PSOE de Sevilla- que a veces se desatan en la familia socialista. Ayer, la soltura de Griñán en la tribuna conseguía aunar a su alrededor a todos los diputados del PSOE, que recibieron al nuevo presidente con un cálido y sonoro aplauso, que luego trasladaron en felicitaciones a un emocionado José Antonio Griñán.
Respado de la Ejecutiva del PSOE
La alcaldesa de Jerez y miembro de la Ejecutiva federal del PSOE, Pilar Sánchez, ha acogido con satisfacción la elección de José Antonio Griñán como nuevo presidente de la Junta de Andalucía. “Estoy absolutamente encantada. Con la moral muy alta del discurso valiente que dio el presidente, de ver cómo había un mensaje de descentralización para los ayuntamientos y de entender una forma de relación entre Junta y Ayuntamientos amparándose en el Estatuto de autonomía”.
Para Sánchez, fue un discurso “con contenido, con medidas, de un presidente con ganas y energía de dar un nuevo impulso a Andalucía y creo sinceramente que tenemos presidente para rato, con iniciativas para seguir ascendiendo en los escalones de calidad de vida que todos los andaluces queremos”.
La alcaldesa de Jerez aprovechó para felicitar al nuevo presidente “por su optimismo, autoestima, solvencia y capacidad. A mi me tiene a su entera disposición, porque estoy segura de que Jerez va a formar parte de la agenda prioritaria del presidente”.