La Audiencia Nacional juzgará el próximo viernes a los etarras Juan Jesús Narváez Goñi e Itziar Alberdi Uranga como acusados de asesinar de un tiro en la nuca al catedrático y miembro del Consejo de Estado Manuel Broseta cuando acababa de impartir una clase en la Facultad de Derecho de Valencia el 15 de enero de 1992, por lo cual se enfrentan cada uno de ellos a una pena de 56 años de cárcel.
La pareja de etarras, que fue detenida hace un año en México tras permanecer 22 años huidos, se sentará en el banquillo de los acusados por delitos de asesinato, atentado terrorista, utilización ilegítima de vehículo de motor y sustitución de placas de matrícula. Entre otras indemnizaciones, el fiscal Daniel Campos reclama que paguen 800.000 euros a los herederos de la víctima.
En su escrito de conclusiones provisionales, el representante del Ministerio Público explica que ambos terroristas formaban parte del 'comando Ekaitz', que actuó desde mediados de 1991 hasta su desarticulación en 1992 y que recibió instrucciones de la dirección de ETA de acabar con la vida de Broseta, a quien consideraban un objetivo "primordial por su gran relevancia" al ser además "responsable de la Ley de Armonía de las autonomías y miembro del Consejo de Administración de numerosos bancos españoles".
Los miembros del comando robaron un vehículo para desplazarse a la zona universitaria de la ciudad y lo cargaron de explosivos con el fin "causar la muerte" a los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que lo manipularan después de haberlo abandonado tras la comisión del atentado.
ASESINATO DE BROSETA
Durante la mañana del 15 de enero de 1992, Narváez Goñi y Alberdi Uranga se trasladaron a las proximidades de la Facultad de Derecho, sita en la Avenida de Blasco Ibáñez de Valencia, en cuyos jardines aguardaron la salida de Broseta.
Sobre las 10.20 horas, los dos individuos observaron cómo el profesor salía del edificio y "se acercaron por su espalda con cautela para evitar que pudiera apercibirse del ataque y utilizar algún tipo de defensa" para inmediatamente efectuar un disparo en la cabeza, que le causó instantáneamente la muerte.
Los acusados huyeron a bordo del coche que habían robado y dejaron después el vehículo abandonado en la calle Amadeo de Saboya, donde hizo explosión ocasionando cuantiosos daños materiales a los vehículos e inmuebles colindantes y provocando heridas de gravedad a un agente de los TEDAX que participaba en su inspección. ETA reivindicó su asesinato a través del diario 'Egin' el 3 de febrero de 1992.