El Partido Popular Europeo (PPE, conservador) se consolida como el mayor grupo de la Eurocámara, con 267 diputados sobre un total de 736, mientras que el Partido Socialista Europeo (PSE) sufre un claro revés y queda con 159, según los datos de la Eurocámara.
El índice de participación de estas elecciones alcanzó un nuevo mínimo histórico con el 43,55%, lo que confirma la tendencia a la baja en cada uno de los comicios al PE desde los primeros, en 1979.
La campaña, marcada por la crisis económica y el aumento del desempleo, no benefició a los socialistas, que no lograron movilizar a sus electores a pesar de atribuir la situación al liberalismo extremo y la desregulación de los mercados financieros.
En conjunto, casi dos tercios del futuro hemiciclo corresponderán a formaciones de centro-derecha: conservadores, democristianos, liberales, soberanistas, escépticos antieuropeos y derecha xenófoba.
También se produce un avance de los ecologistas y de diferentes partidos minoritarios.
Los liberales tendrán 81 eurodiputados, mientras que los Verdes amplían su representación en la Cámara de Estrasburgo, con 54 escaños, gracias sobre todo a su sorprendente avance en Francia, donde se sitúan en tercera posición.
La Izquierda Unitaria Europea obtiene 34 escaños (4,6%) y los euroescépticos de Independencia y Democracia, 18 (2,4%).
La victoria conservadora se ha cimentado, sobre todo, en los países más poblados de la Unión: Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, España y Polonia.
Los socialistas o socialdemócratas solo lograron victorias en pequeños países, como en Suecia, Dinamarca, Grecia (en los que sí hubo un voto de castigo contra los conservadores en el poder), así como en Eslovaquia y Malta.
La victoria del PPE a pesar de la anunciada salida de los conservadores británicos y checos de sus filas, despeja el camino para que José Manuel Durao Barroso –el único aspirante en liza– sea reelegido como presidente de la Comisión Europea.