El municipio coruñés de Arteixo (A Coruña) asume a partir de este jueves medidas más duras para frenar los contagios por covid, como el cierre total de la hostelería y el cese de actividades no esenciales, lo que ha propiciado el silencio y la prudencia en las calles, poco concurridas.
Esta mañana la inmensa mayoría de bares y restaurantes de esta localidad cerrada perimetralmente lucían sus persianas bajadas, pues pocos son los que pueden ofrecer productos para llevar.
Desde esta medianoche, Arteixo, Viveiro (Lugo) y Xinzo de Limia (Ourense) son los tres municipios gallegos con las medidas más duras por su elevado repunte de contagios de covid-19.
Las restricciones contemplan la prohibición de reunirse con personas no convivientes; el cierre de bares y restaurantes; la clausura de establecimientos culturales y deportivos o la suspensión de espectáculos y actividades recreativas.
Según se ha publicado en el Diario Oficial de Galicia (DOG), la Xunta obliga a cerrar temporalmente gimnasios, piscinas, museos, bibliotecas, cines, teatros, auditorios, salas de conferencias, recintos feriales, pabellones o salones de juego.
El municipio de Arteixo, con apenas 30.400 habitantes, multiplicó en la última semana su incidencia acumulada, al pasar de los 476 casos de coronavirus por 100.000 habitantes a rozar los 1.400. Además, el 28 de diciembre tenía 38 positivos y veinte días después alcanzó los 460.
Los hosteleros creen que pagan el pato de esta situación. "Nos sentimos indefensos", ha aseverado en declaraciones a Efe el gerente del restaurante O Petisco, Carlos Loureiro, que afronta esta como su primera jornada de cierre, pero seguirá despachando comidas y cafés para llevar.
"Siempre pagamos justos por pecadores. Estamos cumpliendo todas las normas a rajatabla en cuanto a aforos y limpieza. Nos gustaría que nos dejaran trabajar", ha apostillado el hostelero, que sostiene que hacen "de policías" en los locales advirtiendo a la gente sobre las normas, mientras que "en otros sitios no lo hacen".
Esta indignación la comparte el dueño de Pensión Pepucho, José Manuel Méndez, que ha indicado a Efe que esta situación es "insoportable" y defiende que "la gente no se contagia en la hostelería" porque "hay una separación, hay una limpieza".
"Tú vas en un autobús y si sale una persona nadie limpia su asiento y en el cajero tampoco, pero aquí sí", ha añadido el empresario, que sigue abriendo su negocio con cafés para llevar.
Los vecinos lo asumen con resignación y prudencia, pues algunos apuntan que "lo importante es la salud" y comparten la decisión del cierre.
Por su parte, el alcalde de Arteixo, Carlos Calvelo, ha reconocido, en declaraciones a Efe, su "preocupación" por la situación sanitaria del municipio y ha apuntado que la mayor parte de la transmisión se produjo "en los entornos familiares, con familias de hasta quince miembros contagiados", según les comunicó Sanidad.
No juega a favor del ayuntamiento, ha considerado, su "importante peso industrial" en el área metropolitana, que implica que más de 24.000 vehículos entren diariamente desde otros municipios.
Respecto al cierre de la hostelería, Calvelo ha señalado que el Consistorio está tramitando una tercera línea de ayudas para el sector de la hostelería. "Espero que alcancen a la totalidad de los 140 locales hosteleros de Arteixo", ha recalcado.
No es la primera vez que Arteixo se ve afectado de forma singular por el coronavirus, pues ya a finales de agosto, en el inicio de la segunda ola, se convirtió en el ayuntamiento gallego en experimentar las mayores restricciones, junto al barrio lucense de A Milagrosa, al ver las reuniones limitadas a cinco personas, las residencias blindadas y el consumo hostelero únicamente en terrazas.
Acoge además el gimnasio en el que se originó el 30 de julio uno de los primeros brotes del área metropolitana de A Coruña después del confinamiento.