Parece el titular de un texto festero, con castañuelas y canciones, acordes de guitarra y palmas en torno a un vestido de volantes y lunares. Es parte de la alegría de esta estación caprichosa que nos ha tenido entre calores y chaparrones. Lo cierto es que se presta a evocar el jaleo, las ganas y la alegría con que se recibe el aumento progresivo de la luz que alarga el día. Es como si la primavera se desperezara, como si acabara de despertar del letargo invernal. Las cornetas y tambores llamaron dando paso al color, al cante y a la fiesta.
Circula por la red un video precioso en el que se mezcla el chotis con el flamenco. David Palomar es el encargado de transformar la pieza que Agustín Lara compuso para Madrid hace ya cerca de setenta años y que la convirtió en su carnet de identidad. Vemos cómo el mantón de manila se cae de los hombros, tiene vida en las manos del artista que lo hace tremolar y se lo vuelve a colocar. Los pies salen de la baldosa para taconear y el vestido de manola se alegra con vehemencia. Digna de ver esta pieza promocional titulada Flamenco Madrid y de volver a oír la letra dedicada a la capital del organillo, la que acoge a todos porque todos pasamos por ella al menos una vez en la vida, letra que emociona aún más con esta versión que no hace olvidar la original.
Se ha estrenado en primavera, con la luz de la nueva estación, para ayudar a dar el último empujón a los estudiantes, para recoger los suspiros de los cuerpos saturados que necesitan un descanso. Se ha estrenado con miras al verano y la expansión que conlleva. Debió de ser emocionante participar de los ensayos, encontrarse con los bailarines al ir a subir al tren en Jerez o paseando por la Plaza Mayor y ver el grupo en su ambiente, integrado en el decorado exterior pero alejado totalmente del momento rutinario de la calle, interpretando, siendo parte del baile colectivo que tanto se realiza ahora, despertando la admiración y la sorpresa del caminante.
La lectura inicial es la de sacar el flamenco a la calle, mostrándolo como el arte del que todos podemos disfrutar, partiendo del chotis tradicional para transformarlo en cante y baile por bulerías, precisamente por ser el que el bailaor, tras haber aprendido los pasos, elige y acomoda a su individualidad. Lo dijo Matilde Coral, es el único baile que no se enseña, aunque a veces se realicen coreografías.
En La Isla gozamos de la cercanía del flamenco, por tanto, es inherente a ella, lo lleva en su definición y así lo ha mostrado un video promocional que incluirá también un baile colectivo. Cuando volvamos la esquina que nos separa del verano, nos esperan las cuarenta y dos noches cabales que jalearán a La Isla, pero el duende de nuestra feria se ha despertado temprano, en cuanto oyó los primeros acordes del himno a Camarón coreografiado por Antonio Canales, en el que colaboraron profesores y alumnos de las escuelas de baile de nuestra ciudad y quien lo solicitó. Se rodó ayer y cuando lo veamos nos emocionaremos por esta muestra de una de las ramas del arte que se nutren y crecen La Isla.
Hace unas semanas que se percibe el olor especial de la feria. Es lo que nos cuenta el tiempo cuando teje hacia delante.