Se trata de una nueva obsesión, la que últimamente conduce a la gente al dentista y al odontólogo, la que ha suavizado el miedo a sentarse en el sillón y mantener el cuerpo quieto durante el tiempo que dure la sesión. Ha saltado como una alerta, tanto que ha tenido su sitio en los noticiarios de todos los medios de comunicación, con toda la apariencia de convertirse en trastorno.
La estética, la preocupación por el físico en general se ha desbordado. Empezó como todo, de una forma natural, con la admiración por las líneas y los colores que el cinemascope permitía apreciar en los rostros de las actrices, de las starlettes de los años cincuenta, de las pin up girls americanas, con los lazos tiesos en el pelo cardado y tacones kilométricos. Mujeres muy arregladas y hombres con carisma que vivían en las películas y que empezaron a ser imitados con disimulo.
Desde entonces hasta ahora las cosas han dado la vuelta. De no tener ni idea hemos pasado a tenerlas todas, porque la Web nos regala todos los secretos que uno pueda imaginar y también los referentes al blanqueo dental sin tener que pasar la tarde en una consulta y lo más importante, sin aligerar el bolsillo. Cualquier dirección ofrece remedios milagrosos. Basta mezclar con energía unos productos que se tienen en casa y cepillar con paciencia, porque la constancia es fundamental en el proceso. Claro que no todo el mundo está por la labor, por eso se recurre a la red y a los remedios exprés, donde se aconseja no abusar. Se cuentan por decenas los artículos referentes a estos, a sus consecuencias y hasta estos días no ha aparecido la alusión al trastorno que, por lo visto, es una realidad con terapia aconsejada.
La ortorexia y la vigorexia forman parte de la cotidianeidad. No hay pregunta sobre alimentación sin una respuesta concluyente y relativa a comer sano, así como la visita al gimnasio varios días a la semana. Son buenos hábitos que en ciertos casos obsesionan y trastornan también. Sin embargo los referentes a la estética facial se relacionan con el afán de la eterna juventud.
En el fondo trasluce la pena, el sentimiento por envejecer, por no saber o no querer asumir la ley de la vida, pues se publicita que este proceso se puede alejar, que puede tardar un poco más en llegar. Retomando el tema, este afán por unos dientes perfectos, por mantener un blanco perfecto lo vemos en los personajes públicos, personajes a imitar, olvidando que son el resultado de un estudio, como la blancura artificiosa que muestra su sonrisa.
Ellos pueden permitirse las visitas al especialista, por eso les destella la boca, provocando la necesidad o induciendo a ella tal vez sin pretenderlo. A falta de indicación médica se recurre a la mezcla casera y en lugar de férula de silicona se cubre el mejunje con cinta adhesiva, lo hemos visto tanto en la televisión como en youtube. Lo que empieza usándose puntualmente se convierte en abuso y de ahí a la obsesión hay solo un paso, como muestran las noticias.
Se trata de una moda, una etapa que pasará pero que dejará secuelas. Los dientes se pueden reponer y al cabo de un par de años y una financiación la boca vuelve a la normalidad. Pero la mente cuánto necesitará.