La llegada del verano y el tiempo libre propician el envío de direcciones de contenido literario.
na de las cosas buenas que tiene la aplicación de WhatsApp es la recomendación, el enlace encerrado en el casillero que nos despierta por la mañana o nos llama por la tarde, que aparece cuando algún contacto lo comparte, enlace que espera el golpecillo cómplice del índice para abrirse e iniciar la lectura del artículo. De esta forma hemos participado de curiosidades y noticias que han motivado nuestro interés.
La llegada del verano y el tiempo libre propician el envío de direcciones de contenido literario. Tal es el caso del titulado 24 escritoras brillantes que no estaban en el canon tradicional hasta ahora. Cierto, sus nombres fueron una breve referencia puntual a lo largo de la historia, como Zenobia Camprubí, Alejandra Pizarnick o la propia Gloria Fuertes, que con el centenario de su nacimiento muchos han descubierto que escribía para adultos. También es cierto que la preocupación por las escritoras que han vivido en la estrechura existente entre el olvido y el silencio, viene creciendo desde hace tiempo resaltándose en todas la calidad literaria. Sus trabajos son, en muchos casos, rompedores, logrados con la siempre difícil simplicidad. Podrán gustar o no, pero ahí están y ahora que sevan conociendo,concluimos en la admiración por ellas, por no haberse dejado vencer y seguir con la pluma en la mano hasta que la naturaleza las obligó a descansar para siempre. Las poetisas dieron el primer paso al frente cuando nos descubrieron el otro lado del erotismo con una sensibilidad afectiva y profunda. Las narradoras eligieron cuidadosamente las metáforas para llenar los textos de plasticidad, lo cual no quiere decir que todas fueran geniales, pero tampoco fueron mediocres. Cada una aportó lo que consideró oportuno en su momento, tratado a su manera, que forma parte de un legado que estamos disfrutando y descubriendo. Surgen miles de preguntas y en casi todo lo escrito sobre ellas se advierten tintes de reubicación. Quien las rescata publica sus impresiones, sus sensaciones, estructura sus trabajos, aporta curiosidades, es decir, nos da a conocer aspectosignorados, lo que suscita un mayor interés enbuscar sus obras. Ellas forman parte de nuestros referentes, de nuestra cabecera literaria y también han desatado los comentarios de columnistas no tan consumados ni objetivos como pensábamos. Y es que la literatura es algo íntimo y personal, una relación que surge entre el texto y el lector provocando sentimientos. Mientras dura, el autor no existe, pierde hasta el nombre. Sólo la realidad que ha inventado es la que vive y hace vivir desde las páginas. Por eso cuando vemos el punto final, cuando por la mente vuelan los momentos de la historia que nos impactaron, cuando brillan con solo mirar el libro que descansa en el estante, sentimos un pellizco muy suave, una sensación extrañamente dulce, tiernamente amarga, que convierten la obra en favorita e inolvidable.
El verano es armonía fantástica de colores y sonidos, brisa que ondula la hierba, viento que riza las olas, pausas que llenamos de conversación o disfrutamos en silencio con un libro. Un momento que se alarga un par de meses, que se interrumpe por el sonido del WhatsApp, pronóstico de lectura a la espera del golpecillo cómplice del índice.