El lunes se conmemorará el centenario del nacimiento de Celestino Cuadri Vides, que creó una de las ganaderías más importantes del último siglo, con un encaste propio.
Cuadri fue un excepcional estudiante que se licenció en Derecho, donde incluso fue profesor en su Facultad. Pero
la llamada de su afición al campo le hizo abandonar su brillante carrera para dedicarse a la agricultura en su Trigueros natal, donde se estableció cuando contrajo matrimonio con doña Juana Vides, dando origen a una extensa familia de hijos y nietos.
Dentro de esa labor como agricultor,
Celestino Cuadri decidió hacerse ganadero de lidia. Y tenía muy claras sus preferencias, por lo que su primera intención fue adquirir los productos de Santa Coloma e Ibarra. Pero el vendedor quiso que, además de lo santacolomeño, tenía que comprar tres camadas completas de erales, incluyendo los de sangre de Urcola y Pérez de la Concha.
Con las reses en pagos triguereños, el ganadero tenía la intención de eliminar lo que no fuera santacolomeño pero, decidió dejar todo lo que le gustase, por lo que en las tientas de 1946, 47 y 48 fueron aprobadas becerras de las tres ramas.
En 1954, Celestino Cuadri adquirió la ganadería de José María Lancha por tener sangre de Belmonte. Eliminó dicha ganadería para quedarse con muy pocos animales. Y,
de esa mezcla, fue derivando en un tipo de toro propio, un toro definido tanto en sus hechuras como en su comportamiento. El toro de Cuadri es una res sin mucha cara pero con cuajo, con un pelaje negro, baja, corta de manos, de cuerna acapachada, honda de pecho, con mucha badana y tranquila y la base fundamental de la casta y nobleza. Es complicado para las banderillas, es listo y no es fácil.
En el capote no se suele entregar sino que se muestra reacio a las telas, no son espectaculares en el caballo pero suele cumplir en la pelea y en la muleta se muestra muy seguro en los medios, cruzándose mucho el torero que ha de aguantarle de entrada los dos o tres pases. No es un toro mentiroso y rápidamente se definen para la lidia.
El debut de la ganadería se produjo en septiembre de 1955 en Aracena en un festejo en el que ‘Marismeño’ fue premiado con la vuelta al ruedo. Poco después, el 27 de noviembre lo hizo en Sevilla con un eral en un festival a beneficio de los empleados de la plaza y Luis García Calvo vio cómo el animal volvió a toriles tras oír los tres avisos. Se presentó en Las Ventas en una novillada celebrada el 9 de abril de 1956, lidiando cinco reses en un festejo en el que actuaron Victoriano Posada, Mario Carrión y Luis Parra ‘Parrita’ y en Huelva lo hizo el 4 de agosto de 1958 con una novillada lidiada por José Gómez Cabañero, Antonio González y Diego Puerta.
Toda una saga
En 1973 cedió la dirección de la ganadería a sus hijos, estando al frente de la misma Fernando, Luis y Juan. Los fallecimientos de Luis y Juan y la jubilación de Fernando hizo que en el año 2019 pasase a los nietos, aunque
sigue lidiándose a nombre de Hijos de Celestino Cuadri Vides.
Para su hijo Fernando “lo que más me sorprendió de mi padre es que, siendo un estudiante excepcional (como lo demuestra que hace unos años, el Instituto La Rábida expuso los mejores expedientes y allí estaba el suyo, que era exagerado como también le sucedió durante su carrera universitaria) no nos exigiera nada a sus hijos, que fuimos unos estudiantes normales, con aprobados y suspensos, que nunca nos riñó ni hizo ningún comentario sobre nuestras calificaciones. Y así fue en todo en la vida, en la que no dispuso de nuestros caminos ni influyó en nuestro futuro”.
También comenta que “como ganadero de bravo hay que tener en cuenta que hay una gran diferencia con los otros tipos de ganaderos pues, además de gustarte, has de tener una condición, la memoria, para conocer la ganadería, con sus camadas, reatas, familias, etc. para, a la hora de tentar, tener en la cabeza todos los datos y mi padre los tenía”.