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Viernes 01/11/2024
 

Huelva

"El sufrimiento te da la madurez necesaria para ser torero"

El torero triguereño David de Miranda fue la revelación de la última Feria de San Isidro de Madrid, donde logró salir a hombros

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  • David de Miranda, a hombros en San Isidro. -

El joven diestro David de Miranda, que el pasado día 24 se convirtió en la gran revelación de la feria de San Isidro al salir a hombros por la puerta grande, considera, por pura experiencia personal, que "el sufrimiento te da la madurez necesaria para poder ser torero".

En entrevista con EFE, De Miranda (Trigueros, Huelva, 1993) se refiere así a los duros momentos vividos hace poco más de un año, cuando sufrió en la plaza zamorana de Toro un percance que a punto estuvo de acabar con su vida y del que tardó meses en recuperarse en una dura y lenta rehabilitación.



"Si, fue en agosto del 17 cuando un toro me volteó y caí al suelo con todo el peso de mi cuerpo sobre el cuello. Me rompí cuatro vértebras, dos cervicales y dos dorsales, y en aquel momento, por la fuerte contusión medular, no tenía ni movilidad ni sensibilidad de cabeza para abajo. Creí que me quedaba de por vida en una silla de ruedas".

"Afortunadamente, la intervención salió perfecta. Los médicos me dijeron que tuve muchísima suerte de pesar tan poco porque, de lo contrario, con más kilos sobre ella en la caída, seguro que la médula se hubiera fracturado", detalla.

Después de permanecer cuatro meses totalmente inmovilizado, David de Miranda comenzó un largo y penoso período de rehabilitación en un centro de la localidad de Coslada (y no en el Centro de Parapléjicos de Toledo, como se ha asegurado), que finalizó con su total recuperación, sin secuela alguna.

"Fue un milagro, sí. Y aunque la rehabilitación fue muy dura creo que todo lo vivido sirvió para cuajarme como persona y como torero. El sufrimiento y la capacidad de superación nos acaban forjando y mejorando, porque nos dan más fuerzas y mas fe en nosotros mismos de cara a superar cualquier tipo de adversidades o de retos", considera el onubense.

Y como un auténtico reto hay que considerar la corrida en la que estaba anunciado el pasado viernes en las Ventas, para confirmar su alternativa sin un excesivo rodaje previo después de que el mismo José Tomás se la diera en Huelva en agosto de 2016.

De Mirada era consciente de todo lo que se jugaba, "porque era Madrid, la plaza estaba llena, con las cámaras de televisión y el paseíllo junto a dos figuras del toreo. Había que estar a la altura de las circunstancias en una tarde de mucha responsabilidad y en la que me jugaba mi futuro".

"Aun así -añade- se conjugaron muchas cosas a favor que no suelen darse juntas en esa plaza tan difícil, sobre todo que me saliera ese sexto toro de Juan Pedro Domecq, tan bravo, con tanta transmisión, que me permitió triunfar de esa manera tan contundente".

Con todo, David de Miranda se encontró, como sus compañeros, con el hándicap del fuerte viento que sopló toda la tarde, que dificultó el manejo preciso de capotes y muletas y que pudo haber abortado toda posibilidad de lucimiento ante ese exigente torrente de casta que fue aquel astado tan serio y tan ofensivo de pitones.

"Precisamente por que tenía una bravura tan desbordante -analiza- ese gran toro pedía los medios, donde más molestaba el aire. Y por eso empecé allí la faena con pases cambiados, aunque luego tuve que cerrarlo un poco para poder manejar mejor los trastos. Pero el viento no podía ser la excusa para que yo no dejara de apostar como tenía que hacerlo".

De Miranda cree que todo su sufrimiento previo fue clave para redondear ese determinante triunfo en Las Ventas, en el que hizo vibrar a los tendidos con sus muletazos de enervante ajuste y verticalidad.

"Llegué a Madrid con mucha confianza en mí mismo y con una gran mentalización. En todo momento intenté que no me venciera la presión, sino que la utilicé a mi favor, con tranquilidad, para disfrutar de lo que se me exigía: una entrega absoluta a mi vocación, igual que me entregué para superar aquel percance", insiste el torero de Huelva.

"Pero que conste que aquello ya está más que olvidado. No quiero trabajarme ninguna lástima -recalca- porque además hay mucha gente que lucha en situaciones bastante peores y que está en el anonimato. La vida es así para casi todos en un determinado momento, seas o no conocido".

"Yo he tenido la suerte de poder cambiar aquellos meses amargos por la felicidad de estos días, de este éxito por el que, gracias a Dios, de ahora en adelante se me va a exigir que lo siga dando todo, que es lo mejor que le puede pasar a un torero. Ahora solo me queda seguir trabajando para mejorar", finaliza. 

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