El barrio de La Magdalena recibe con júbilo a los tres pasos de la cofradía, pero la lluvia obliga a las imágenes a regresar a su templo dos horas después
El júbilo y las lágrimas, el fervor popular y la frustración, se mezclaron ayer en la procesión de la Clemencia. La cofradía desafió las previsiones de lluvia y la puerta del templo de la Magdalena se abrió a la hora prevista para iniciar la estación de penitencia de los tres pasos, Jesús de la Caída, Cristo de la Clemencia y María Santísima del Mayor Dolor. Lo que ocurre es que, apenas dos horas después de la salida, cuando los pasos procesionaban por la calle Millán de Priego y el Pilar del Arrabalejo y la lluvia empezó a arreciar, los costaleros y costaleras tuvieron que emprender a toda prisa el regreso de las imágenes (previamente cubiertas con plásticos) ante la desolación de los fieles.
Fueron, por tanto, dos horas de recorrido procesional (menos de un tercio de lo previsto) que sirvieron, en todo caso, para que la Clemencia brillara, un año más, en el castizo barrio de La Magdalena. La plaza donde se encuentra el templo más antiguo de Jaén (con un gran cartel en su fachada haciendo referencia al ‘Tiempo de Clemencia’) ya estaba abarrotada a las cuatro de la tarde, y la cuadrilla de soldados romanos custodiaban la puerta sobre la que, poco después, iban a salir los tres pasos procesionales.
Bajo los majestuosos acordes de ‘Alma de Dios’ , interpretados por la Agrupación Musical Jesús Cautivo, de Villa del Río (Córdoba), apareció en primer lugar Nuestro Padre Jesús de la Caída, entre los vivas y aplausos del público y también con las primeras saetas que se dejaron oír en La Magdalena.
A continuación, entre el repique de campanas, la emoción subió enteros con la salida del Santísimo Cristo de la Clemencia, una talla del siglo XVI,junto a Santa María Magdalena. La Banda de Tambores y Cornetas de la Asunción, de Jódar, recibió a la Clemencia con ‘A tus brazos Madre’.
Finalmente, cuando el cielo de La Magdalena ya empezaba a encaportarse, hizo acto de aparición el trono de María Santísima del Mayor Dolor portado como es habitual por costaleras. Este año, además de nuevos incensarios, también estrenaba una nueva saya donada por un grupo de costaleras, en tisú plateada y bordada, lo que le daba,sin duda, una mayor belleza. Y así, entre el fervor popular de La Magdalena, empezó el recorrido por Molino Condena, Carretera de Córdoba y Millán de Priego, donde la lluvia les hizo volver sobre sus pasos. Del júbilo a las lágrimas.