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Los palmeros, de la familia a lo profesional

En cualquier actuación que se precie no pueden faltar los palmeros,piezas fundamentales del espectáculo que han conseguido profesionalizarse las últimas décadas

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  • Los palmeros, fundamentales en cada espectáculo flamenco -

En más de una ocasión se ha podido escuchar en las presentaciones de Pepe Marín aquello de: “si un buen palmero vale por diez, dos valen por veinte”. En una frase resume a la perfección la importancia de estas figuras que han ido evolucionando según los nuevos tiempos del flamenco. A día de hoy, no se entiende ninguna primera figura del cante en un escenario sin que sus acompañantes learropen con el compás en alguna de sus ejecuciones como tangos, bulerías o alegrías, además de aportarle ese apoyo de confianza encima de las tablas con un ole a tiempo.

No siempre fue así, nunca hasta el momento se ha vivido una profesionalización tan evidente en este ámbito de la escena. Sin ánimo de remontarnos a los orígenes de las primeras grabaciones del flamenco, la diferencia es considerable en las últimas décadas respecto a los tiempos que corren. Comenta Rafael Agarrado Pantoja que “desde hace cuarenta años los palmeros dejaron de ser los familiares de las figuras. No es que desapareciera de buenas a primera, pero sí que se comenzó a notar que ya eran fijos”. Él, quien fue marido de Manuela Méndez ‘La Chati’, acompañaba a “mi tío Fernando Terremoto, con mi primo Juanono, y no nos pagaban, era impensable, sólo que le echábamos un cable por bulerías sino se subían los propios artistas compañeros porque era lo que se estilaba”. Aclara que “cada figura llevaba a su gente, que no eran profesionales, sino que quizás eran vecinos suyos que lo admiraban y se creaba una familia en el escenario”.

En Jerez, por acotar el entorno, los que tocaban las palmas habitualmente tenían otros trabajos que les permitía sobrevivir en lo económico. Esto da lugar a deducir que a los palmeros se les daba “un regalito” cuando acompañaban al artista en cuestión. Algunos eran pescaeros en la Plaza de Abastos, como Antonio Méndez ‘El Chusco’ o, más reciente, Manuel Pantoja ‘Chicharito’ (ha cumplido 65 años) “quien fue uno de los primeros sino el primero en dedicarse a ello como un artista más”, comenta Agarrado.

Diego Valencia ‘El Cabero’, que falleció en febrero de 2021 con 69 años, por ejemplo, le metía mano a cualquier asunto como a la albañilería, para complementar lo que iba ganando acompañando a los cantaores. Otra de las características más habituales de estos palmeros era que todos cantiñeaban o tenían una manera muy singular de bailar, con el fin de ponerle la guinda al pastel a cualquier fin de fiesta por bulerías. Antonio de los Santos ‘El Monea’(moría en 2013 a los 66 años) era hermano de Diego Rubichi y hacía los cantes de su padre, Tío Mingo, de una forma muy fidedigna. La vinculación de éstos con las peñas flamencas era cercana y cada uno de ellos echaba “una manita” en cualquier recital. Ahí quedan los retratos en las paredes de cada entidad. Estaban para todo, para acompañar a cualquiera que llegara a cantar. Se colige, pues, que los cantaores en la década de los 80 o 90 no necesitaban llevar a sus palmeros para actuar en recitales de pequeño formato, lo que suponía, además, que el “caché” no se elevara.

Otro oficio complementario al de palmero, o viceversa, era el de taxista. Caso de Rafael Romero ‘el de la Mini’ o Curro de Joaquina, pues les permitía tener un horario más flexible y compaginar los escenarios con el volante. Gregorio Fernández, el de Parrilla, tenía su bar en la barriada de Picadueña hasta hace poco, lugar de encuentro bohemio para muchos en la noche jerezana.

Alguno de ellos no lo tuvieron fácil para llevar las dos cosas para adelante, pues hubo épocas de festivales muy activas, sumadas a grabaciones… Esa generación de los 80, con Chusco, Monea o Cabero, acompañaban a María Soleá, El Torta o a La Paquera, que siempre tenía a su hermano Pepeleche a su lado, a Anselmo o a José María Tordesillas, que nos dejó el pasado mes de abril a los 77 años.Eran prácticamente los oficiales de numerosas ediciones de la Fiesta de la Bulería, acompañando a todos los que iban desfilando por allí. Otra conclusión, pues, era la poca exigencia de los cantaores que se adaptaban al compás de quien tocara, igual que los palmeros al cante.

La Filarmónica de Santiago, ya por el 2000, compuesta además de por Chicharito, Gregorio y Rafa, por El Bo, rey de reyes en la materia, marcó una época gracias a ese ritmo trepidante en el que no cabían silencios en la fiesta. Moraíto los llevó a gala, nunca mejor dicho, al igual que José Mercé, La Macanita o La Paquera, pues ya se iban entremezclando las generaciones.

Lo que está claro, hecho este repaso sencillo, es que en la actualidad no hay cantaor que no se haga con un grupo de confianza para poder contar con ellos para todas sus actuaciones. En ocasiones, me consta, encontrar a un palmero para un festival es más complicado que dar con un guitarrista. Están cotizadísimos. Si Terremoto de Jerez tenía a su lado a Rafael Agarrado o a Juanono, sobrinos suyos, ahora María, la nieta del genio, cuenta siempre con Cantarote o Manuel Valencia, dos profesionales de lo suyo.

Si a Capullo de Jerez antes le tocaba las palmas cualquiera que estuviera por el festival de turno, ahora es más que complicado verlo sin José Rubichi o sin su sobrino Jesús Flores. Macanita lleva siempre a su Chicharito, el que va quedando, con Macano o Javi Peña. Jesús Méndez cuenta con el gaditano Diego Montoya, Carlos Grilo, Manuel Salado…

Otros nombres que suelen estar ahí siempre son José Peña, Ali de la Tota, Israel López, Tate Núñez (de Chiclana), Israel López, Lúa Cantarote, Juan Diego Valencia (entre Lebrija y Jerez), Manuel Vinaza (entre Cádiz y Jerez), Juan Grande, Luis Santiago… hasta llegar a Markito Carpio yEl Pirulo, los más actuales, dos revelaciones del género que han conseguido estar en el elenco habitual de Israel Fernández y Diego del Morao. Ahora son fundamentales, imprescindibles, exigentes y profesionales. Aunque Camarón de la Isla actuara en directo en muchas ocasiones con el acompañamiento solamente de la guitarra, en la actualidad difícilmente se den casos parecidos entre los más jóvenes.

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