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“El suicidio en la infancia existe y es un mito que tenemos que derribar”

Miguel Guerrero, psicólogo clínico en el Hospital Virgen de la Victoria y experto en conductas suicidas, reflexiona sobre la primera causa de muerte no natural

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  • Miguel Guerrero es docente e investigador, además de psicólogo clínic. -
  • "Cuando el suicidio salte del plano individual al plano colectivo, eso ayudará a mejorar la prevención"
  • Entre tres y cuatro millones de personas en nuestro país piensa o planea un suicidio a lo largo de su vida.

Es todavía un tabú para muchos. Tuvo que venir una pandemia para ponerlo en primera plana. Actualmente, el suicidio es la principal causa de muerte no natural en España y Málaga es de las provincias con mayor índice de fallecidos por este motivo.

Miguel Guerrero Díaz ejerce como psicólogo clínico en el Hospital Virgen de la Victoria y es coordinador de la Unidad Cicerón de Prevención e Intervención en conducta suicida del Área Hospitalaria Costa del Sol. Atiende a este medio por videollamada, después de una conferencia. Destaca la falta de conciencia social ante esta lacra y pide mayor inversión de las administraciones en un plan de prevención que reduzca la tasa de suicidios, que no para de crecer en el último lustro. En Málaga, 187 personas se quitaron la vida en el año 2021.

(entrevista en vídeo disponible en este link a 7TV Málaga)



A nivel nacional, el suicidio causa 80 veces más muertes que la violencia de género, 14 más que los homicidios y casi tres más que los accidentes de tráfico. ¿Qué ha influido en estos últimos años para que sea la principal causa de muerte externa?

El suicidio es un problema social y de salud pública en el mundo, en nuestro país y en nuestra provincia. Pero no es algo reciente, ni siquiera de la pandemia. Viene más allá de la pandemia, desde 2008 es la principal causa de muerte no natural. Dejaron de serlo los accidentes de tráfico porque la DGT actuó como debía, a partir de los noventa, empezando a realizar un trabajo de concienciación y medidas que hicieron que las cifras de mortalidad bajaran. En cambio, en la prevención del suicidio no se ha actuado como se debe.

Y no solamente debemos quedarnos con las cifras de mortalidad. Detrás de eso está el grupo de personas que intenta quitarse la vida: hablamos de 80.000 personas cada año en España. Entre tres y cuatro millones de personas en nuestro país piensa o planea un suicidio a lo largo de su vida.

Y hay otro indicador, las personas que conocemos como supervivientes, que son los que pierden a un ser querido por esta lacra. Que también ellos quedan devastados por esta lacra.

Un problema estructural grave, pero que se puede prevenir. ¿Qué acciones se están llevando a cabo, por ejemplo, en el Hospital donde trabaja?

El suicidio se puede y se debe prevenir. Tenemos evidencias de que, con ciertas prácticas y estrategias, cuando se ponen en marcha, consiguen disminuir la conducta suicidio. Está la prevención universal, que va dirigida a toda la población general; la prevención selectiva, que va para los más vulnerables (suelen ser personas con patologías físicas, trastornos mentales, víctima de abusos…) y por último, la prevención indicada. Esta última va dirigida a personas que se han visto involucradas en una conducta suicida. Ahí, nosotros, desde la Unidad Cicerón prestamos atención y acompañamiento para paliar su dolor y sufrimiento.

De los 187 muertos en Málaga, cien personas son adultos de 40 a 60 años. La verdadera población de riesgo es la adulta.

En 2021, últimos datos que se tienen, se quitaron la vida 187 personas en Málaga. Algunas de ellas, jóvenes entre 15 y 29 años o incluso población infantil (de 0 a 15). ¿Qué puede extraerse de esta tendencia?

El suicidio en la infancia existe, y es un mito que tenemos que derribar. Aunque creo que se está dando un mensaje equivocado que puede alarmar a la población. Esos datos son ciertos, pero hay que pensar que en la población del 10 a 24 años no supone más del 5% del total de fallecimientos. Sin embargo, de los 187 muertos en Málaga, cien personas son adultos de 40 a 60 años. La verdadera población de riesgo es la adulta. Aunque sí es cierto que en los jóvenes se están dando, sobre todo, tentativas de suicidio, autolesiones...

¿Qué puntos pueden mejorarse actualmente? Inversión desde las administraciones, cobertura y visibilidad por parte de los medios…

En primer lugar, hace falta más conciencia social. Todavía el suicidio no se ha convertido en un problema que se viva por todos, como lo está siendo la violencia de género o lo fue el terrorismo en su momento. Cuando ese problema salte del plano individual al plano colectivo, eso ayudará a mejorar la prevención. Por supuesto, las medidas políticas son las que también deben mejorar: dotar de inversión económica y humana, mejorar los servicios sociales, el acceso a más profesionales, etcétera. También los medios de comunicación tienen que derribar los mitos y prejuicios y ayuden a alfabetizar a la población.

Vamos mejorando. Se habla más de suicidio y salud mental, sobre todo después de la pandemia. Pero sigue habiendo estigmas y tabúes.

¿Qué estigmas debemos dejar a un lado para visibilizar, y no ocultar, este tema que sigue siendo tabú para mucha gente?

Honestamente, vamos mejorando. Se habla más de suicidio y salud mental, sobre todo después de la pandemia. Pero por desgracia sigue habiendo estigmatización. Si siguen estos mitos, las personas que sufren esto tendrán más miedo a pedir ayuda. Y eso les lleva a ocultarlo, a tener miedo a ser etiquetados de alguna forma. Cualquier puede sufrirlo. Es importante sacar tabús y silencios políticos y mediáticos para que las personas pidan ayuda.

¿Qué formas hay de pedir ayuda? Asociaciones, teléfonos sanitarios, psicólogos…

Cuando una persona se encuentre en situación de riesgo, es una emergencia. Ahí se debe llamar al 061 o al 112 de Emergencias. También se habilitó el teléfono de prevención de suicidios: el 024. Hay que utilizar también los recursos sanitarios, sean cuales sean. A nuestro médico de atención primaria, a las unidades de salud mental comunitarias, asociaciones, el teléfono de la esperanza o el apoyo informal. Apoyarse en mi pareja, mi padre, mi hermano, un vecino, un amigo. También pueden ser agentes de prevención del suicidio.

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