Avalado por la concesión de un accésit del premio “Adonáis”, ve la luz “Crónica de las aves de paso” (Rialp. Madrid, 2018), de Pablo Fidalgo Larea. Este vigués del 84 tiene editados cinco poemarios y alterna su labor lírica con el ámbito de las artes escénicas.
En esta ocasión, el autor gallego ha articulado su discurso desde la esencia del Mediterráneo y, al par de tan mítico escenario, se ha reencontrado con una serie de imperecederas preocupaciones que asaltan el alma humana. Su adhesión a una jerarquía de valores donde prime la libertad le lleva a extremar su palabra con el deseo de reclamar un marco personal más solidario: “Lo único que amo del Atlántico son los pájaros/ que se pueden ir en cualquier momento/ a Sicilia, al Mediterráneo,/ y allí comenzar el viaje interior./ Los únicos que me acompañarían/ y sabrían compartir tanto espacio/ sin quejarse”.
Y es, precisamente, junto a ese íntimo itinerario, desde el cual Pablo Fidalgo reconstruye, a su vez, las luces y las sombras de cuanto ha sido origen y tornará finitud. La alquimia que rodea la convulsión de su acontecer alienta estos versosde febril pretérito y en los cuales buscaaquietar la sustancia del mañana: “Cuando vuelves del primer viaje/ es el momento decisivo”.
A él se aferra el sujeto lírico y, desde él,conforma la realidad del mapa antiguo de su sed, de la sustantividad que proclaman sus anhelos. Y en este caso, tamizado por la lumbre de un lugar como Italia, del que se confiesa devoto: ”Amo este país donde todo está encendido/ desde que se inventó la electricidad,/ amo este país porque no se dan un descanso,/ porque no lo conciben (…) Salgo a la lluvia de Italia/ buscando que alguien comprenda/ como es mi vida mientras no llueve”.
Muchos de estos textos guardan una concepción social, ideológica, que refieren el estigma que ha ido marcando el complejo drama de los inmigrantes, refugiados… El peso de la Historia se adivina aquí mediante las contradicciones actuales de la sociedad. No es suficiente dejarse atrapar por la serena contemplación, ni el grato rumor de los paisajes; hay que actuar, tomar partido frente a la adversidad, y sobre todo, frente a la injusticia. Tal y como proclama en el poema “Mediterráneos”: “Todos aquí desean escapar./ Yo, sin embargo, prefiero quedarme/ y con estos gestos hacer el mar más habitable./ Después de mucho tiempo pensé:/ este mar no necesita más seres perdidos”.
Pablo Fidalgo quiere legitimar la escala íntima de valores humanosy su conciencia quiere ser cómplice de una diversidad multiculturalrenovada. La trascendencia de hacer de lodistinto lugar común sólo se puede alcanzar desde el exilio del amor. Y del dolor: “Este es nuestro mar, se está perdiendo,/ se está secando,/ se está llenando de una muerte/ que ya no nos da vida,/ que ya no tiene épica./ Este fue nuestro mar:/ háblale ahora o calla para siempre”.
Un libro, en suma, revelador de una sincera apuesta por la poesía honesta y con la sana intención de hacer más hospitalaria nuestra convivencia: “Desplegar las alas es recoger el mundo,/ el mapa que te dieron./ Desplegar el mundo es ser fiel a una posibilidad/ que siempre estuvo ahí”.