Detrás de cada futbolista hay una crónica de superación, un diario de inmerso esfuerzo. Pero, tal vez, la -¿mala?- costumbre de asociar al deportista de élite con el dinero, la fama y los excesos de notoriedad han creado una imagen distorsionada yreducida de la realidad. Porque no todos los futbolistas juegan en las divisiones más altas, ni ganan lo mismo que Messi o Cristiano Ronaldo, ni son tan mediáticos como Ramos o Piqué. Los hay, y son muchos, que llevan toda la vida luchando por hacer de su profesión su pasión, que empezaron en las categorías de alevines de sus escuelas y consiguieron hacerse un hueco en este noble deporte, tan competitivo como complejo, tan hermoso como severo. Y hay, sí, muchos otros, que vieron cómo sus esfuerzos -¿sus sueños?- quedaron rotos en mitad del camino: bien fuera por culpa de las lesiones, por falta de recursos…

    Detrás de ese fútbol con mayúsculas que mueve ingentes cantidades de dinero -contratos, derechos de imagen, apuestas, marketing…-, se esconde también un ejercicio de nobleza y sacrificio, de honestidad y de compañerismo. Y de ello trata, precisamente, “Lo Mejor del Fútbol” (A Fin de Cuentos. Bilbao, 2018).

Jon Agiriano (1964) ha sabido verter en este bello volumen una parte de su devoción por el balompié y ha articulado dieciocho narraciones reales donde prima la solidaridad, la valentía y la fidelidad. El propio autor confesaba en una entrevista: “Me propusieron hacer un libro de fútbol para niños, que es una cosa que no se hace muy habitualmente. Empecé a darle vueltas, no sabía bien de qué escribir, y me acordé de algunas historias que había contado a mis hijos... Historias un poco edificantes y de los buenos valores que transmite el fútbol que a los niños les gustaba mucho escuchar porque eran como cuentos”.

Y con ellas y de ellas, podrá disfrutar el lector de cualquier edad. No sólo por el bello mensaje que contienen sino por la manera tan precisa y fluida en la que Jon Arguianoha sabido hilvanarlas.

   Sirve como pórtico el admirable comportamiento de Didier Drogba, el excelente delantero de Costa de Marfil, que supo detener la guerra de su país y ser el embajador idóneo para que las dos facciones enfrentadas firmasen la paz.

Y sabremos también del capitán de la mítica selección uruguaya, Obdulio Varela, quevenció junto con sus compañeros 2 a 1 a Brasil y se alzó con la Copa del Mundo. Fue el famoso “maracanazo” de 1950. Pero Varela quiso estar con los derrotados y salió por las calles de Río de Janeiro tras el encuentro. Y se le vio por varios bares aliviando y consolando a los aficionados canarinhos.

Estremecedor, a su vez, el relato del chileno Carlos Caszely-jugador en nuestro país del Levante y del Español-, quien se negó a estrechar la mano de Augusto Pinochet cuando recibió a la selección en el Palacio de la Moneda, sede del Gobierno del entonces dictador.

    Emotiva la historia de Marta Vieira, que arriesgó su vida por ser futbolista ya sus 32 años lleva ganados cinco Balones de Oro. O el de la sudanesa Salma Al Majidi, que ha llegado a ser la primera entrenadora de un equipo masculino en África.

Y junto al entusiasmo y a la humildad que recoge el conjunto de estas páginas, una mención a la plástica belleza que guardan las ilustraciones de Nicolás Aznárez, que ha retratado con esmero los escenarios y los personajes de estas estimulantes aventuras del deporte rey.