Definitivamente, y como ya apuntaba la pasada semana, no tengo dotes para ejercer de “pitoniso”. Aunque partido sí que lo hubo, me consta. Y, además, disputado hasta el último minuto. Pero, al final, las presiones, por un lado, y el vértigo, por otro, imposibilitaron un gobierno local alternativo. Algo comprensible, si se tiene en cuenta que la resistencia al cambio es consustancial a la naturaleza humana y que dicha resistencia solo es vencida cuando el hecho de no cambiar causa mayor dolor o perjuicio que dar el paso hacia delante para hacerlo.
No obstante, creo que acaba de inaugurarse un ciclo político nuevo en Los Barrios. No solo por la pluralidad con la que se ha conformado la presente Corporación municipal y por el equilibrio de fuerzas salido de las unas el 26 de mayo, que ha impedido la configuración de una mayoría estable, sino por el talante conciliador del recién elegido alcalde, Miguel Fermín Alconchel. (A nadie se le escapa que, en cuanto a ese particular, es completamente opuesto a su antecesor en el cargo, el ya finiquitado Jorge Romero).
Se abre, sí, un tiempo nuevo en el que el equipo de gobierno presidido por Alconchel habrá de hacer frente a importantes retos, esos mismos retos que todas las formaciones políticas que concurrieron a las elecciones coincidieron en incluir en sus programas electorales y ante los cuales fracasó estrepitosamente el primer edil saliente, para desgracia de Los Barrios y los barreños. A saber: el saneamiento de la situación económica del Ayuntamiento, la mejora de los servicios, la conservación de los equipamientos y las infraestructuras y, sobre todo, la consecución de la tan deseada paz social.
La dimisión de Romero y el veto a Calvente para dirigir la delegación de Personal son pruebas más que evidentes de dicho fracaso. Los elogios que en el pleno de constitución de la Corporación electa se dedicaron al anterior alcalde no fueron más que muestras de una debida y obligada cortesía expresada por quienes en el fondo están más que satisfechos de que este personaje –sin lugar a dudas, el primer regidor más nefasto que ha tenido Los Barrios en su historia reciente– haya desaparecido, por fin, de la escena.
Valoro como se merecen las palabras pronunciadas por Alconchel en su discurso de investidura. Muy pero que muy distintas a aquellas otras llenas de odio y rencor que pronunció Romero cuando accedió a la alcaldía en 2011. Yo también pienso que ya es hora de que se apueste por la distensión, la cooperación y el diálogo en la política municipal barreña, entre todas las fuerzas que forman parte del Consistorio, sin que ninguna de ellas tenga por qué renunciar a sus principios y prioridades. Esperemos, pues, que la disposición exhibida por cada uno de los actores principales el pasado sábado en el estreno del actual mandato 2019-2023 no se quede en puro teatro.
Lo que toca ahora es que el nuevo ejecutivo local de Los Barrios 100x100 y PP se entregue a gobernar, administrar y gestionar, y los grupos de la oposición, a fiscalizar su labor, señalar los errores que se cometan y proponer iniciativas para corregirlos, todo ello con respeto, educación, lealtad institucional y mesura. Ese es –en mi opinión– el proceder que reclama la mayoría de los ciudadanos en sus representantes públicos. Así que mucho acierto y buena suerte…
