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Patio de monipodio

Respeto a la ciudad

En una ciudad como otras miles, de escasa o nula personalidad, sin algo capaz de distinguirla, la acción de elementos extraños, como la piqueta o especulación

Publicado: 22/11/2024 ·
11:19
· Actualizado: 22/11/2024 · 11:19
  • Tiendas de una calle comercial del centro de Sevilla. -
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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En una ciudad como otras miles, de escasa o nula personalidad, sin algo capaz de distinguirla, la acción de elementos extraños, como la piqueta o la especulación, se notan muy poco o no se nota. En una ciudad como Cracovia, Florencia, Praga, Venecia o Sevilla, esa acción no sólo se nota: la desfigura. Los amigos de lo “moelno” pueden dar paseos por Pino Montano, o por Torreblanca, o por Los Pajaritos y disfrutar construcciones actuales. Y si se tercia, podrían también pedir que en esos lugares se construyan elementos distorsionadores del estilo de la ciudad, como la torre Pelli o los venenosos hongos de la Encarnación. En el centro son monstruos añadidos.

Una ciudad milenaria con destacada y marcada personalidad es perjudicada cuando en el caserío de procedencia andalusí, barroca,  renacentista, modernista o regionalista, se incrustan elementos solamente útiles para aprovechar el mm2 sin el menor respeto a su estructura, a su estética, a su personalidad. Clasificar las cosas en “antiguas” y “modernas” para dar trato despectivo a lo antiguo confundido con “viejo”, es la forma más tendenciosa para intentar desprestigiar algo. En ciudades modernas, como Barcelona, no sería permitido el burdo arbóreo monumento a la mediocridad, como no fue aceptado en Berlín. Modernizar una ciudad no es destruirla, es hacerla más cómoda, más acogedora. Los hongos no son ni una cosa ni otra.

La dejación de las autoridades ha sido especialmente lacerante en la destrucción parcial de su estructura urbana y su caserío, imbuídos en el complejo de la “modernización, ignorantes de que la antigüedad con estilo es un valor. Cualquier tipo de arquitectura contemporánea tiene sitio fuera del recinto histórico, pero es una puñalada a cien metros del casco histórico. Es torpe y obtuso celebrar una modernización destructiva. Porque en una ciudad como Sevilla, son importantes todos los rincones, todo el perfil que la han hecho universal. La sustitución de una fachada clásica, aunque sea sencilla por una caja de zapatos con ventanas, avanzar en la destrucción, en la pérdida de una riqueza motivo más que suficiente para sentirse orgullosos.

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