Arturo Pérez-Reverte cree firmemente que un escritor “no puede renegar de lo que ha hecho”, y por eso en su nueva novela, El asedio, ha volcado todo lo que sabe hasta conseguir “una compleja” obra en la que conviven la historia, la ciencia, el enigma, el espionaje, la aventura y el amor.
“En El asedio he intentado hacer una novela en la que se reconocieran mis otros libros; es una especie de balance o de botín final de veinte años de escritor”, afirma Pérez-Reverte en una entrevista con Efe en la que desarrolla algunas claves de su nueva obra, que publicará Alfaguara el 3 de marzo y que sin duda es una de las novedades literarias más esperadas de 2010.
Por algo este escritor, que se considera “un leal mercenario” de sus aficiones, de sus sueños, de sus amores y sus odios, tiene cientos de miles de seguidores en España, en Hispanoamérica y en otras muchas zonas del mundo.
Pérez-Reverte (Cartagena, Murcia, 1951) ha entregado ya el original de su novela, después de dedicar varias semanas a revisarlo para “comprobar que todo era coherente”. Una fase “terrible para cualquier escritor” y “de mucha tensión”.
Y más si se trata de una novela, como El asedio, que es “larga (700 páginas), muy complicada desde el punto de vista técnico y de muchos personajes”. Y una obra en la que Pérez-Reverte vuelve a poner “el enigma en el centro de la historia”, como hacía en sus primeros títulos, y eso le ha obligado a “desempolvar viejas lecturas y viejas técnicas narrativas”.
Ambientada en el Cádiz de 1811-12, durante el asedio francés en la Guerra de la Independencia, el nuevo libro de Pérez-Reverte “es más que un novela de intriga o de enigma”.
Es “una obra compleja” con varias tramas: policíaca, de espionaje, marina, de aventuras y sentimental folletinesca.
“Y hay una guerra de fondo, pero no es una novela histórica. Podía haber ocurrido perfectamente en el Madrid de 1936 o en el Sarajevo del 92”, advierte el escritor, que no tiene intención de escribir, “de momento”, sobre la Guerra Civil, porque “hay gente que lo está tocando mucho y muy bien”. Y a Sarajevo ya le dedicó Territorio comanche y está también detrás de El pintor de batallas.
El aspecto histórico del Cádiz bombardeado por los franceses ya lo trataron Pérez Galdós en Cádiz, y Ramón Solís en Un siglo llama a la puerta, recuerda el novelista. “Pero yo cuento lo que no se ha contado.
Yo cuento un Cádiz subterráneo, urbano, distinto, y hablo de los efectos complejos, letales, enigmáticos y sentimentales que una bomba, y la geometría que la impulsa, pueden producir en un terreno urbano”, asegura Pérez-Reverte.
En su nueva novela se adentra en “la ciudad como territorio” para ver “cómo se puede convertir en un tablero de ajedrez hostil, peligroso, donde hace falta conocer las reglas para sobrevivir”.
Pero que nadie piense que El asedio es “una novela fría sobre la geometría de una ciudad”. El escritor reviste todo eso “con aventuras, sentimientos, amor, con personajes y con vida”.
Entre esos personajes hay “un comisario de policía, que es un perfecto hijo de puta, corrupto, muy revertiano; una heredera de una importante casa comercial gaditana; un artillero francés y un espía, obsesionados ambos con la geometría; un traductor de griego obsesionado con el ajedrez, y un corsario”, comenta.
La heredera de El asedio es “un prototipo de lo que era la clase culta gaditana de finales del XVIII y principios del XIX”. En esa época, las mujeres de la burguesía “sabían de negocios, leían libros, hablaban idiomas y representaban a ese Cádiz liberal, abierto al mundo, que contrastaba con la España cerrada y oscura del resto del país”.
“Ese Cádiz simbolizaba la España que fue y no pudo ser. La burguesía abierta, liberal, negociante, que hacía la riqueza de las naciones y que cambió el mundo en el XIX, estaba representada en Cádiz y fue aplastada por muchas razones que cuento en la novela”.
“Es una novela cortada, dura, con mucha mala leche, y, además, no es políticamente correcta porque aquel mundo no lo era”, advierte el escritor.