Seguramente cuando entramos en la Unión Europea en 1986 muchos esperábamos otra cosa y, sobre todo, aguardábamos una Europa muy distinta a esta que hoy pone en puestos de relevancia en el manejo del pecunio común a gente como De Guindos. La esperanza de romper aislamientos seculares y de estar con los mejores con el fin común de un viejo continente más social y más humano, con las personas en el centro de los avances y de la inspiración política, pasó de ser un sueño a convertirse en una realidad de todo por la economía y sin el personal: todo por las multinacionales y unos gobiernos de paniaguados que miran por sus propios intereses en un ejercicio de ombliguismo que empobrece legalmente al ser humano de este rincón de la tierra que tan lejos está ya de aquella forja a base de libertad, igualdad y fraternidad.
El exministro de Guindos es desde hace unas semanas vicepresidente del Banco Central Europeo, pero se eleva al cargo como lo hace habitualmente la gente del ala derecha en España, con cierta sensación de que algo no funciona, ya que cuando ganas porque tu rival se retira, el triunfo lo es mucho menos y deja desde luego en el aire la sensación de que no has demostrado que seas el mejor en la competición, el más preparado, el que más ofrece en esfuerzo y certeza.
Pero más allá de esto tan común en estos tiempos de mediocridades al alza, lo grave es el mensaje que envía Europa con esta elección, porque se están bendiciendo seis años de un gobierno tan neoliberal como catastrófico, de un gobierno a espaldas de las personas machacadas con recortes y con políticas encaminadas al incremento de las desigualdades
Poner al frente de una institución que, como el resto de las comunitarias imaginábamos que estaban para centrar sus esfuerzos en la felicidad de las personas comunes y no de las élites, a uno de los integrantes del gobierno que ha recortado en pilares básicos del bienestar como la educación, la sanidad, las coberturas por desempleo, la lucha contra la violencia de género o la dependencia, da idea de la Europa que nos alumbra y de los pasos hacia atrás emprendidos para que todo nos despeine y nos deje tiritando sin remedio.
