Sergio Flores llegó al PA para hacer ruido.  Y nada más acceder al cargo se dispuso a distanciar a su partido de aquel PP al que durante años se entregó a sí mismo y también a los suyos su predecesor en el cargo, Daniel Harillo. Flores no escondió que había gran distancia ideológica entre ambos.
Se le presentó como un viejo militante, de décadas, que nunca estuvo sin embargo en primera línea política. Y pese a ello, Sergio Flores no dudó el verano pasado en enfrentarse al mismísimo secretario nacional de su partido para intentar ser nombrado cabeza de lista andalucista a la presidencia de la Junta de Andalucía. De manos del comité local de Ronda, unos pocos hombres y mujeres, Flores se pateó Andalucía, y milagrosamente reunió los avales necesarios para continuar esa carrera. Por el camino, tras quedar eliminado como el resto de candidatos salvo el oficialista, dimitió de todos sus cargos denunciando manipulaciones en el proceso; obligó al aparato del partido a revisar sus votaciones y resultó repescado. Un vídeo en el que se hacía golpear para denunciar a los malos políticos que no tienen soluciones para la crisis, hizo que su cara apareciera en un centenar de medios de comunicación de todo el mundo, entre ellos todos los medios nacionales españoles.
Le señalaron como candidato rondeño a las elecciones, extremo que siempre rechazó. Ahora, su dimisión resulta irrevocable, y Flores se marchará de la política tan pronto como llegó a ella.