Ha sido una gran pérdida para San Fernando. El adiós de Alfonso Berraquero García deja un gran hueco de persona humana, crítica, sincera y amable. Si pudiera levantar ahora la cabeza, seguro que se reiría de ver cómo hoy lo alaban quienes antes intentaron hundirlo y lo despreciaban y él lo sabía, como lo saben sus amigos.
Porque Alfonso Berraquero era un escultor amigo de sus amigos, preocupado por la ciudad de San Fernando y hoy alma mater del patrimonio imaginero de la Semana Santa isleña. No se puede entender la Semana Santa sin la imaginería de Alfonso Berraquero, lo que le da un punto característico y constituye un hecho diferencial, de este discípulo de Luis Ortega Bru, del que aprendió sobre todo la forma del pelo.
Alfonso tenía grandes amigos como Rafael García Sánchez y Manuel Fraga Gómez, cuyo fallecimiento le afectó. Precisamente el primero es el modelo tomado para la realización en 1975 del Cristo de la Buena Muerte de Servitas.
En su sepelio se pudieron ver a todos esos amigos que frecuentaban su casa y que también sirvieron de modelo para muchas de sus imágenes. Y estaba un amigo como Salvador Lemaistre, mayordomo honorario de Ecce-Homo, que le realizaba los trabajos de carpintería a Alfonso.
Paco Aragón, Manolo Correa, Antonio Aparicio, Antonio Luque, Manolo Ferreiro, Juan Carlos García Díaz, Joaquín Domínguez Vidal, etc. estuvieron en su último adiós. Como también faltaron otros, pero esos no hacían falta. Aunque falsos, los había presentes y ausentes.
Ahora surge la iniciativa de una calle para Alfonso Berraquero, algo que él no quería, pero está claro que no puede tener una rotonda Luis Álvarez Duarte y nada un imaginero isleño, porque la calle es visible y el título de Hijo Predilecto queda en un pergamino. descansa en paz Alfonso y gracias por haber sido como eras.