José Martín Pérez Jiménez dice que ser pregonero es el mejor regalo que se le puede hacer a un hombre que ha vivido la Semana Santa desde todos los flancos, como cargador, como penitente, como capataz, como cofrade de a pie. Desde el mes de octubre hasta la fecha prepara el acto más importante antes de la gran fiesta cristiana, como él llama a la Semana Mayor, la “fiesta de los sentidos”. Hombre callado, cabal, hombre en el buen sentido de la palabra, bueno.
—-¿Cuando le dicen que va a pregonar una Semana Santa como la de San Fernando entra miedo escénico?
—Los primeros quince días estás en una nube, recibiendo felicitaciones, muestras de afecto… Estoy muy sorprendido porque sabía de la trascendencia que tiene un pregón, de hecho, amigos míos han sido pregoneros, pero no era consciente de esa trascendencia. Ya luego empiezas a trabajar y a plasmar lo que fundamentalmente está aquí dentro (se toca el corazón), es lo que ha ido saliendo y lo que ha hecho que esos folios blancos que estaban sobre la mesa se vayan llenando, aunque es en sentido figurado porque hoy en día se aprovechan las prestaciones de un ordenador. Pero reconozco que hay algunas piezas que han salido al estilo antiguo, escritas a mano.
—-¿Cuando se empieza a escribir un pregón se piensa en el pregón que usted quiere hacer o en el que la gente quiere escuchar? O las dos cosas. Aunque lo primero que debe tener claro es que lo van a criticar de todas formas.
—Soy consciente de que algo estaré haciendo mal si le gusta a todo el mundo. Yo tengo una audiencia a la que haga lo que haga le va a encantar porque son la gente más allegada; tengo otro grupo que me estará mirando con lupa y es lógico, porque se le está concediendo a uno una alta distinción y habrá gente que crea que no he cumplido con sus expectativas y otros que espero que consideren que esas expectativas se han cumplido con creces. Es lo normal. Es la vida misma.
—¿Sabiendo que tiene que pregonar la Semana Santa, se puede desconectar, evadirse, separar la vida cotidiana de esa responsabilidad?
—El martilleo le tienes siempre, lo que pasa es que mi vida profesional me ocupa muchas horas del día y he intentado desde un principio diferenciar las horas de trabajo. De todas formas, lo mismo estás con cualquier recurso o con cualquier tipo de gestión en el despacho o en la calle y la mente se va de vez en cuando para el pregón. Vuelvo a lo de antes. No sólo he utilizado el ordenador, también los dispositivos móviles y alguno me habrá visto alguna mañana por la calle Real camino de mi trabajo y escribiendo. Y no estaba guasapeando, como le dicen, sino escribiendo cosas que se me venían a la cabeza.
—Ha dado más pregones. ¿Hay diferencia?
—Sí. La hay.
—Conceptualmente es lo mismo, pero luego está lo que tiene detrás.
—Con el diccionario en la mano es lo mismo. Yo he dado seis o siete pregones y cada uno ha significado mucho para mí en su momento. Mi hermandad de toda la vida, que es la del Prendimiento del barrio del Parque, me dio la oportunidad en el año 2000 de pregonar a su titular. Dí el pregón que hace el cargador desde su visión de la Semana Santa, el Pregón del Cargador y también fue muy especial porque se aglutinaban muchas experiencias vividas en ese mundillo tan especial y particular del cargador… y otros pregones como el del Rocío, el año pasado, de Gracia y Esperanza, Navidad rociera, etc.
—Pero llega el pregón de la Semana Santa de San Fernando que es el pregón de todas las hermandades.
—El pregón de los pregones. Además, el pregón de la Semana Santa tiene la particularidad de que tienes que hablar de todas las hermandades e incluso me recuerdan que hace bastantes años hubo un pregonero que olvidó a una hermandad y esa hermandad le presentó una queja formal por la omisión. Yo en particular, por la vinculación que he tenido con organizaciones cofrades como Jóvenes Cargadores Cofrades, en mi propia hermandad y fundamentalmente en la etapa que estuve en Radio La Isla cuando era estudiante y dedicaba mis ratos libres a hacer radio, he tenido vinculación con la práctica totalidad de las hermandades y muchas vivencias como cargador, como capataz… Creo que está todo controlado y además no he seguido un orden. El orden establecido te ayuda a no dejar nada en el tintero pero el hacerlo de forma desordenada te obliga a controlarlo un poquito más.
—Hubo una eclosión de hermandades, independientemente de las hermandades centenarias, en la última parte del siglo pasado que hizo que la Semana Santa de San Fernando pueda presumir de tener entre 20.000 y 30.000 cofrades.
—De las hermandades que preceden, esas que llama centenarias, estamos celebrando ahora el 75 aniversario de Afligidos, que fue la primera hermandad del siglo XX, fundada en el año 39. A partir de ahí, con cuentagotas fueran naciendo Ecce-Homo, Misericordia… Sí es cierto que a finales de los años 70 el ritmo de crecimiento del número de hermandades fue importante y con ellas el número de personas que de una manera o de otra participan en las cofradías. ¿Qué es uno de los movimientos principales de San Fernando? Sería de necios negarlo.
—¿Qué provocó ese crecimiento?
—Yo creo que por la particularidad del cañaílla. De hecho, yo soy mi primera generación en San Fernando. Mi padre que en paz descanse y mi madre llegaron de Jimena de la Frontera. La cantidad de militares, lo que es la construcción naval, los montañeses… Esa variedad de culturas, de formas de ver las cosas quizá hace que no seamos un producto autóctono al cien por cien, se ha centrado en el mundo cofrade. La hermandad del Nazareno está creada por montañeses, un gremio; la del Ecce-Homo creada por el gremio de los comerciantes; la hermandad de los Afligidos se creó a través de los estudiantes, con el padre Franco… Esos grupos y la inquietud de la juventud dela época lo fueron haciendo. La primera cuadrilla de hermanos se hizo por un grupo de jóvenes a través de la Orden de Servitas convertida en hermanad Mater Amabilis por aquella época por impulso del padre Ildefonso, que era el párroco de la iglesia Mayor. Ese movimiento fue coetáneo con otras cuadrillas de hermanos de otras localidades, Jerez, Sevilla… se hicieron las primeras cuadrillas no asalariadas. Sobre el año 76, aproximadamente.
—Eso provocó más de un problema por la pérdida de puestos de trabajo.
—Por lo que cuentan no fue un momento agradable, quizá provocado por los cambios en la sociedad, las necesidades económicas de las hermandades a las que les suponía un coste… Cada uno tendrá una opinión del tema.
—Como cofrade que es, ¿existe realmente la cofradía, la hermandad entre cofrades, o se está en la cofradía por tener un estatus social antes que por convencimientos mucho más elevados.
—Yo tengo una opinión muy clara sobre ese tema y hay de todo. No todos ejercen su permanencia a las hermandades de la misma manera, pero sí es cierto que el perfil del cofrade al que alude existe en las hermandades. Hay personas que entran en este mundo de manera equivocada, intentando alcanzar algo que quizá no pueden obtener en su vida personal o no sé qué oscuros deseos. Pero existe y lo peor de todo es que se nota. Pero tenemos que intentar que nuestras acciones vayan en consonancia al movimiento al que pertenecemos, que es la Iglesia Católica, es un mundo al que estamos adscritos como cristianos y esa es la base fundamental del que entra en una organización de este tipo. Y las enseñanzas de Jesucristo van por delante. Quien no comparta esto tiene otras opciones en la vida, muy respetables, que pueden ir perfectamente al hilo de las ideas que tenga. ¿Qué viste? Yo creo que en la vida hay muchas cosas que ayudan a alcanzar otros objetivos o los objetivos que equivocadamente está buscando en el mundo de las hermandades. ¿Quizá sea eso producto, y lanzo la pregunta y la dejo en el aire, de que hay excesivas hermandades? Yo recuerdo que cuando era un chico iba a los almacenes –ahora se va a las casas de hermandad, pero antes se iba a los almacenes- y siempre veía las mismas caras, las de unos señores que fundamentalmente o en su mayoría tenían su trabajo, terminaban a las dos o las tres de la tarde y le echaban un rato a la hermandad todas las tardes. Hoy día, desgraciadamente, eso no existe porque los tiempos han cambiado, las costumbres han cambiado, en casa trabajan los dos cónyuges, los chavales están inmersos en los estudios y las exigencias de los estudios son cada vez mayores y cada vez hay menos tiempo y cada vez menos compromiso. Y es que al ritmo que va la vida no te permite dedicar el tiempo que antiguamente otros sí veíamos que estaban entregados en cuerpo y alma. No quiero decir que los que estén no se entreguen en cuerpo y alma, pero cada vez es más complicado.
—Las cosas van cambiando y posiblemente no nos demos cuenta de que se está experimentando un cambio que debe de ser a mejor.
—Y por supuesto, como cualquier movimiento y eso es propio del ser humano, te están mirando con lupa a ver lo que haces, controlándote o auditándote para ver si realmente estás cumpliendo lo que dictan tus creencias, si tu manual como cristiano lo estás llevando a cabo en tus acciones. Es muy complicado.
—Hablemos de temas más mundanos. ¿Por qué no se ha creado en San Fernando una industria alrededor del mundo cofrade? No hemos sido capaces de aprovechar el potencial que tiene ni turística ni industrialmente.
—Totalmente de acuerdo. Pero es un problema de iniciativa empresarial más que un problema de las hermandades. Si te hablo como profesional del ramo, es cuestión de emprender. Hay clientes potenciales que en un futuro se pueden convertir en clientes. Hay muchísimas hermandades en San Fernando, en Jerez, en El Puerto… Me consta que hay muy buenos artesanos profesionales de San Fernando que están intentando abrirse un hueco, pero es cierto que montar un negocio no es fácil. Habría que trasladar esta actividad económica al problema que cualquier actividad económica que no tiene nada que ver con esto, con la artesanía al fin y al cabo, se está encontrando para poder montar. Sí es cierto que hay que reinventarse de alguna manera, estamos hablando de que los trabajos artesanos tienen un coste elevado por el tipo de material noble con el que se trabaja y fundamentalmente porque lo principal que hay que pagar es la mano de obra, son muchas horas y los costes son elevados. ¿Qué en otras localidades hay unas estructuras montadas y si existen en otras localidades por qué no existen aquí? Yo haría otra pregunta, ¿por qué no funcionan las salinas de San Fernando, aunque no tengan nada que ver con esto?
—Dos preguntas que tenemos que responder.
—Es una cuestión de emprender. ¿Y el emprender que tiene que traer de la mano? Pues ayuda. Pero eso sería tocar otro tema, entrar en el ramo político-económico.
—Lo que sí se puede decir es que independientemente de que la Semana Santa no sea un valor turístico tal como debiera, sí lo es una fuente de riqueza para la ciudad tener una Semana Santa como la que tenemos, que son tres o cuatro procesiones diarias.
—Por supuesto. Sería de necios negarlo. Aquí todo el mundo tiene que ser consciente de eso. Yo entiendo que esto es una población grandísima, que no tiene por qué gustarle a todo el mundo pero yo pediría respeto, que no siempre existe. Pero es un compendio de circunstancias que no sólo beneficia al que le gusta la Semana Santa o al cofrade. El cofrade cumple con las normas de su hermandad, saca a veneración pública a su titular, hay un componente cultural-festivo porque es así, esto es una fiesta, la fiesta de los sentidos, la fiesta de la primavera por excelencia y tenemos la suerte de que en San Fernando se vive de una forma especial. Muchos ciudadanos salen a la calle porque aquí hay un tambor sonando y La Isla se echa a la calle, pues que salga a la calle y que salga a echar la tarde, a consumir y a generar riqueza. Aunque es cierto que hay una crisis y gente que lo está pasando muy mal. Pero que salgan, no a consumir, sino salir.
—Hablamos del pregón. Me consta que todavía no lo ha pronunciado en voz alta.
—No.
—Al menos que lo haya hecho hace muy poco tiempo porque el jueves fueron a visitarlo las autoridades civiles y religiosas y dijo que no lo había hecho.
—Me decían que venía el pueblo de San Fernando representado en su alcalde, la iglesia Católica representada por el arcipreste y el Consejo de Hermandades representado por su presidente. Pero no, no he tenido tiempo de decirlo, porque tú puedes hacer la mejor pieza literaria pero como no transmitas… Al igual que puedes hacer un pregón de una escasa calidad literaria, ser capaz de trasmitir y convertirlo en uno de los pregones más recordados.
—Al fin y al cabo el que se sube a un escenario es un comunicador.
—Llevo insistiendo desde el día que me hicieron pregonero y el día que me dieron el famoso carpebló, en que utilizo muchos símiles taurinos. Es un guiño y un homenaje a mi padre, que era muy aficionado a los toros y ese día lo tendré muy presente, aunque presente lo tengo todos los días. Yo creo que él hubiera disfrutado y el día del pregón tendrá una barrera especial y esta faena va dedicada a él.
—Ya me di cuenta el día del carpebló que parecía el pregonero de la feria taurina, que ojalá la tuviéramos.
—Estaría encantado de dar el pregón de la feria taurina.
—¿Pregón clásico o va a armar la marimorena? En el buen sentido. Innovador.
—Yo soy muy clásico y así me califican mis más allegados. Es un pregón clásico pero hay una serie de recursos que emplearemos y que creo que van a ayudar un poco a tirar para adelante. Es un pregón muy particular en una serie de circunstancias o hechos que condicionan y deben ser ineludibles de tratar, pero ante todo tengo claro –me preguntabas antes y te contesto ahora porque no te terminé de contestar- que es mi pregón pero es mi pregón compartido. Si utilizamos la terminología de las redes sociales, pretendo que la mayoría el dé al me gusta. Que la mayoría de los que vayan al Teatro de las Cortes a escuchar el pregón le den a compartir y lo incluyan en su muro.
—El pregonero ha empezado muy moderno moviéndose por las redes sociales. Creo que hay un montón de gente haciendo el pregón con usted.
—Yo es que estoy entusiasmado. Me dicen que se me nota y es que estoy entusiasmado. A mí me llamó el presidente del consejo un miércoles de octubre, sobre el día 20. Yo estaba con unos compañeros de profesión en el Naca ¿qué sitio mejor? y suena el teléfono y era Manolo Rivera. Yo creía que alguna hermandad se había metido en un jaleo con Hacienda pero empieza con la parsimonia propia de un envite de este tipo, que se había reunido la permanente…
—Poquito a poquito…
—Poquito a poquito y yo ha estaba pensando que Manolo Rivera me iba a soltar lo del pregón. Yo ya me había ido desde la puerta del Naca hasta ponerme debajo de la morera como si me fuera a refugiar del chaparrón que me estaba cayendo en lo alto. Él tenía el teléfono con altavoz para que el resto de la permanente escuchara la conversación que tenía conmigo y a los quince o veinte minutos de estar hablado me pregunta, bueno, ¿aceptas? Y digo, ¿hay que aceptarlo? Yo ya tenía asumido que era el pregonero.