La Ley del Menor es un magnífico instrumento para protegerlos pero peca de parcialidad. No la ley en sí sino su aplicación y sobre todo sus olvidos. Todos los jóvenes conocen sus derechos y los ejercen, pero de la misma forma, por causas políticas o ciertas pedagogías con buena intención y discutibles resultados, se han olvidado de la otra parte de la Ley, la que habla de los deberes de los menores, que son el respeto a sus progenitores, a sus profesores y la asunción de responsabilidades en la unidad familiar colaborando con ella, bien estudiando; bien trabajando.
A través de ese eje giró la conferencia Jóvenes y Justicia del juez Emilio Calatayud Pérez, conocido por sus peculiares sentencias “gracias a las cuales muchos chavales han aprendido a leer y escribir” y de otra forma quizá no hubieran aprendido nunca. Una conferencia desarrollada en el Centro de Congresos Cortes de la Real Isla de León y enmarcada en el vigésimo quinto aniversario del Instituto de Enseñanza Secundaria La Bahía.
Calatayud situó el origen de todo en la familia. “Cuando yo era joven era más fácil ser padres porque quién le iba a replicar a un padre. Pero llegó la Transición, llegó la democracia, llegó el bienestar social, llegaron ciertos- no todos- psicólogos y sociólogos que nos dijeron que no se puede ejercer así la paternidad, que hay que dialogar, que argumentar, que hay que razonar… Y como en este país no tenemos término medio, comenzamos a dialogar, a argumentar, a razonar, comenzamos a ser amigos de nuestros hijos y al final hemos terminado siendo colegas de nuestros hijos. Y yo siempre digo que yo no soy amigo de mis hijos ni colega de mis hijos. Yo soy su padre para lo bueno y para lo malo”.
El plato de sopa
Calatayud aclaró que era un padre preconstitucional y antes de la Constitución se le ponía la sopa al niño y si no quería almorzar sopa se le ponía de merienda y si tampoco comía en la merienda, en la cena “y al final sopa comida”. “Pero llega el padre postconstitucional y le dice, mira, niño, yo creo que te debes de comer la sopa porque si no te comes la sopa podríamos entrar en un periodo de anorexia perjudicial para tu salud. Yo creo que te debes tomar la sopa, pero tú decidas. Y no se almuerza la sopa, ni se merienda la sopa ni se cena la sopa y como los padres somos nosotros, tiramos la sopa a la basura y le hacemos al niño un filete con patatas”.
Ni una cosa es buena –la preconstitucional- ni la otra tampoco –la postconstitucional- “pero no tenemos término medio y nos hemos convertido en la generación perdida. Hemos pasado de ser esclavos de nuestros padres a ser esclavos de nuestros hijos”.
Y ahí es donde el juez entra en materia estrictamente judicial y señala al motivo del problema, que no se han transmitido a los jóvenes dos artículos que están en vigor y que son los que están planteando problemas todos los días, los artículos 154 y 155 del Código Civil.
“Los hijos no emancipados están bajo la potestad de los padres. La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y con respeto a su integridad física y psicológica. Esta potestad comprende los siguientes deberes y facultades:
1.º Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral.
2.º Representarlos y administrar sus bienes.
Si los hijos tuvieren suficiente juicio deberán ser oídos siempre antes de adoptar decisiones que les afecten.
Los padres podrán, en el ejercicio de su potestad, recabar el auxilio de la autoridad”.
Y en el artículo 155 dice:
“Los hijos deben:
1. Obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad y respetarles siempre.
2. Contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella”.
Padres condenados
El artículo incluía que los padres “pueden castigar a sus hijos razonable y moderadamente”, pero Zapatero entendía que “educar es interferir y no se debe interferir. ¿Cómo vamos a educar a una persona sin interferir? Si yo le pego un cachete al niño es un maltrato y no digamos si tiene la mala suerte de darse con el lavabo en la barbilla. 65 días de prisión y un año y pico de alejamiento y si le digo no al niño, a lo mejor se trauma el niño. Ayer mismo salió una sentencia condenando a un padre a tres meses de prisión y no sé cuántos años de alejamiento porque le pegó una torta al niño de trece años por llegar a las tantas de la madrugada”.
En su particular modo de explicar las cosas, el juez Calatayud se preguntó en qué piensan los legisladores cuando hacen las leyes, porque hay dos formas de un niño de tres años no meta los dedos en un enchufe. “Pupa, nene, no se hace (señalando un golpe con la mano) y a la tercera no mete los dedos en el enchufe. Y la otra decirle, niño, no metas los dedos en el enchufe porque puedes provocar un cortocircuito de consecuencias irremediables. Mientras estás razonando con el niño se te ha electrocutado el niño”.
Decálogo para crear un delincuente en casa
Calatayud dijo que no pretende decir a los padres cómo tienen que educar a su hijos, pero sí darles diez consejos sobre cómo pueden crear un delincuente en casa, decálogo ya famoso y extraído de su libro Reflexiones de un juez de menores.
1: Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
2: No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
3: Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
4: No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
5: Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6: Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
7: Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
8: Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
9: Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
10: Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
“Si seguimos estos consejos es fácil que en casa podamos crear un pequeño tirano que con el tiempo se puede convertir en un auténtico chorizo”.
El juez aseguró que la crisis ha hecho que baje la delincuencia de menores. Primero porque han vuelto a la escuela cuando en la época de las vacas gordas se iban a la construcción ganando 1.200 ó 1.500 euros y eso era “una bomba de relojería. Antes de la crisis fueron los primeros que se fueron y gracias a la crisis son los primeros que se han dado cuenta de que la única forma de salir adelante en este país es formándose”.
“Con la crisis también están más en casa, se está aprendiendo otra vez a decir que no, se está fomentado el esfuerzo, el ahorro, la solidaridad, el trabajo… Y esos factores ayudan a que baje la delincuencia. Y el tercer factor que ha influido en que baje la delincuencia de mayores y de menores es que ya no hay víctimas por la calle porque se lo ha llevado todo. Ayer dijo el presidente del Tribunal Superior de Justicia que está subiendo la delincuencia. ¡Claro! ¡En cuanto estamos saliendo de la crisis y ya hay más ”.
Maltrato a los padres
Sin embargo, uno de los delitos que están subiendo es el maltrato de hijos a padres, “típico delito de clase media, media-alta. He visto bocas partidas, piernas rotas de los padres como consecuencia de las agresiones que sufren de sus hijos”.
Y esos problemas se están dando también con niños adoptados “no porque sean adoptados” que están teniendo como consecuencia que se estén devolviendo chavales a los Servicios Sociales aunque no se diga, entre hijos y padres adoptados internacionalmente. “Lo cual es una auténtica barbaridad”.
¿Qué es lo que ha pasado? Y ahí insiste el juez Calatayud en que “no ha interesado transmitir el artículo 155 del Código Civil. Los niños no son lo principal en una casa, son una cosa fundamental y lo mismo que tienen derechos, tienen deberes. Pero hemos pasado del padre autoritario al padre colega y porque en este país no se ha querido hablar del principio de autoridad para no volver a otros tiempos, y me han dicho que yo no tengo autoridad sobre mi hijo”.
La consecuencia, dice el juez, es que los menores han abusado de sus derechos y se han olvidado de los deberes.
A lo largo de su intervención, Emilio Calatayud habló del segundo escalón que es la escuela. El mismo problema del padre amigo y el padre colega se reproduce en la escuela con los profesores y alumnos con las mismas consecuencias, agravadas por la actitud de los padres que cumplen a rajatabla el decálogo para hacer un delincuente en casa.
El juez, que afirmó que es partidario de que el niño aprenda a leer y a escribir “por lo civil o por lo criminal”, señaló que el relajamiento del principio de autoridad –que la tienen los profesores por el simple hecho de serlo- es el que da lugar a que el niño empieza a faltar a clase, a fumar, a beber, a desobedecer a los padres”.
El alcohol y los móviles, las drogas
El tercer escalón que “en una sociedad tan hipócrita no se discute” es el alcohol en los menores que es un problema “muy serio”. Y que sin embargo se permiten las botellonas no ya sólo las organizadas por los jóvenes motu proprio, sino las “institucionales” organizadas por los ayuntamientos, caso del de Granada. O el uso abusivo de Internet donde se están dando auténticos casos de adiptos con graves problemas conductuales que degeneran en algo peor. Internet en el ordenador, en la tableta, en el móvil… falta de comunicación porque se usan los mensajes “aunque estén a dos metros unos de otros” o las grabaciones entre menores realizando determinado tipo de actos, que pueden causar daños irreparables a las víctimas y penas de cárcel a los autores.
Y un consejo a todos los padres y madres. Que no piensen sólo en los padres de los autores de esos delitos porque en cualquier momento pueden ser ellos los padres de los delincuentes. Los móviles están a alcance de todos y son auténticas armas de destrucción masivas en manos de menores de edad o de personas incapaces de controlarlos. O que pueden llegar a ser incapaces de controlarlos. ”Son una droga más”.