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Hay una forma de que alumnos que no tienen internet sigan las clases

Publicado: 15/04/2020
Francisco Cid Fornell propone elaborar los contenidos en papel, llevarlos a sus domicilios y recogerlos a los quince días para evaluarlos.
La frase “las crisis son siempre una oportunidad” sigue siendo cierta, sobre todo cuando pasa lo peor y la gente piensa con frialdad. Y esta crisis que ahora es sanitaria luego será económica, social, educativa, cultural y afectará a todos los sectores e incluso al mundo conocido, no va a ser una excepción.

Si no es una oportunidad y por el contrario se queda en una rémora, lo cual también es factible que pase habida cuenta de que la Educación y la Cultura no son prioridades de ningún Gobierno -ahora se ha demostrado que ni siquiera era prioritaria la Sanidad- será un fracaso colectivo y apuntando más, de las Administraciones y de la política.

La entrevista mantenida por este periódico por videoconferencia con Francisco Cid Fornell, maestro de San Fernando y uno de los docentes más reconocidos en España por sus métodos innovadores, va por ese camino. Que esta crisis está enseñando a la sociedad cosas que la sociedad no sabía y que de ese conocimiento o recordatorio más bien, puede nacer una nueva forma de enfrentarse a un problema que se va a repetir.

Por lo pronto, los padres se han dado cuenta del trabajo que hace el maestro. No se han ido de vacaciones cuando el Gobierno decretó el estado de alarma sino que está trabajando ahora más que antes. El trabajo del maestro, del profesor, es el mismo que tienen ahora en casa los padres pero multiplicado por 30.

Gobierno y empresas se han dado cuenta de que se puede implementar el sistema digital, el teletrabajo al menos de una forma razonable, pero también se han visto las carencias de un sistema al que la situación ha cogido de improviso y no tiene ni a todos los profesores preparados para afrontar el reto informático ni a todos los alumnos con medios suficientes para seguir el ritmo marcado más con ganas que con fundamentos.

Si funciona medio bien, dice Cid Fornell, es “por los docentes”, que es como funciona el sistema educativo en España aunque las leyes las hagan los políticos sin consultar a los especialistas.

Hay sin embargo soluciones que no se ponen en marcha y que a Francisco Cid le cuesta creer que nadie haya caído en poner en manos de los alumnos que no tienen ordenador o no tienen internet -que los hay- el derecho constitucional de la Educación que ahora no están recibiendo.

La propuesta es que profesores de los centros, que saben qué alumnos están ahora en desventaja por la brecha digital que es social y económica a la vez, desarrollen un temario en papel que Protección Civil o voluntarios de los muchos que hay puedan llevar a los domicilios de los alumnos que no pueden seguir las clases por internet y que, con todas las medidas de seguridad para no contagiar, se entreguen y se recojan a los quince días para poder evaluarlos.

Se trata del método tradicional de papel y tinta, efectivo porque el alumno no precisa de conocimientos especiales que no ha tenido al no contar con ordenador e internet y que puede cubrir esa brecha con un esfuerzo que sólo exige coordinación en el trabajo de los profesores.

Increíble

Francisco Fornell, además, señala otra de las cosas impensables que está dejando el confinamiento. La actitud de los más pequeños que están en casa y que además son los que alegran a los padres ese confinamiento cuando éstos, en algunos casos, están pensando no en el colegio de sus hijos sino en qué darles de comer mañana.

Y si sorprendente es el comportamiento de los niños, más lo es el de los adolescentes, que son “calderas de hormonas” a punto de estallar y que sin embargo están guardando el confinamiento de una forma ejemplar. “Eso es para quitarse el sombrero”.

Quizá por eso Cid Fornell ha evaluado a sus alumnos con un excelente general por su comportamiento en casa, aunque hay que aclarar que se trata de alumnos de 4 ó 5 años. Nada que ver con estudiantes de más edad.

Todas estas cosas y otras más dejan ver algo que la sobreprotección de muchos padres, que posiblemente sea la verdadera pandemia de este principio de siglo, no les deja ver. Esto es, que sus hijos son capaces de valerse por sí mismos, que están más maduros de lo que creen y que no es malo que se aburran sino todo lo contrario. El aburrimiento es lo que estimula la imaginación de las personas de todas las edades y en sus casas están comprobando cómo en vez de la consola, de la que también se cansan, han dado paso a los juegos físicos que estaban olvidados en los altillos de los armarios.

Por lo que no pasa Cid Fornell es por el aprobado general que se pretende dar a todos los alumnos. El razonamiento es claro para este docente por cuanto la prórroga del coronavirus van a ser tres o en el peor de los casos, cuatro meses. Es preferible evaluar hasta el confinamiento y luego si es necesario alargar el trimestre siguiente cuando se reanude o simplificar las materias dejando sólo lo más importante. Pero no es de recibo que quien no trabajó como el que más reciba el mismo trato que el que más trabajó.

En resumen, que está crisis abre las puertas a otro tipo de educación en la que la creatividad sea un valor al alza como están demostrando los niños y adolescentes confinados, precisamente cansados de tanta pantalla, aunque también puede ser el principio de algo que lleve al mismo sitio del que se ha partido. O sea, que todo esto no sirva para nada.

En internet y este periódico lo tiene colgado en Facebook desde este martes y acumula ya 36.000 reproducciones en 24 horas, habla uno de esos adolescentes que están pidiendo respuestas. Que no piden que los aprueben sino que los examinen, que están en las puertas de la Universidad y quieren saben con qué nota van a afrontar la Selectividad, si el trabajo que han hecho se lo van a valorar como corresponde a su esfuerzo o de forma lineal con ese aprobado general.

Habrá quien lo quiera y quien incluso salga ganando. Tal vez muchos más de los deseables, pero harían un flaco favor a uno de los principales valores de una sociedad que es el esfuerzo y el premio al esfuerzo, lo único que la hace avanzar. Más cuando se trata de jóvenes.

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