El coro El Orfeón, tercer premio de este concurso de agrupaciones, entró en la plaza y desde la batea cantó el primer tango criticando la profesionalización del carnaval de Cádiz.
Luis Manuel Rivero Ramos, Orfeo, comenzó a desgranar su discurso haciendo un repaso, capítulo a capítulo, a la historia grande del Carnaval de la Isla, a sus coristas, a sus chirigoteros, a la historia de San Fernando, a la Marina, a la esencia misma de la tierra.
Y con su coro arropándolo, fue él mismo cantando guitarra en manos trozos de la música del carnaval isleño, estribillos míticos que con universales y verdades que sentía porque dijo, desde el principio, que no hablaría de lo que no había vivido, pero sí de lo que había mamado.
No ha sido un pregón al uso porque ha sido un pregón de coro y un pregón coral. Ha sido un pregón incluso solemne para ser un pregón de Carnaval y ha sido, como dijo cuando fue presentado como pregonero, un pregón distinto. Esa es la palabra. Distinto. Y espectacular.