“Son las 4 de la tarde, La Calzada en su gran fiesta…”. Esta frase, principio de la introducción recitada de las sevillanas cofrades de la Hermandad de San Benito, una de las más bellas y recordadas de la historia de nuestro folklore, que Pascual González inmortalizó, junto a Cantores de Híspalis, toma protagonismo hoy, porque es martes, y porque a las 4 de la tarde, el barrio de La Calzada tendrá otra gran fiesta, la de la rotulación oficial de la calle que el Ayuntamiento ha dedicado a este genio creador, transgresor desde el respeto y artista de los pies a la cabeza.
Sevilla te lo debía. En esa hora mágica, de un martes no menos mágico, tu nombre lucirá, para siempre, en un rincón de tu barrio, el de “La Calzá”.
Hoy no solo el puente te está esperando, “Cantor”, hoy te espera Sevilla entera, para pagarte una parte de lo mucho que le has dado, y sin duda, conociéndote, le seguirás dando. Porque no se entiende tu persona sin tener, en cada segundo de tu existencia, algo nuevo en la mente que parir enalteciendo a tu ciudad, sus costumbres, sus rincones, sus momentos, sus protagonistas, su luz, su olor y sus pálpitos. Con todos mis respetos hacia el cantautor jiennense Sabina, sus quinientas noches se quedan en nada si las comparamos con las miles de ellas que tú, tu insomnio crónico y tu incansable creatividad le habéis regalado, en silencio y sin pedir nada a cambio.
Insomnio creativo
Miles de noches en las que vieron la luz joyas de la música, y la literatura, sevillana y andaluza. Noches en las que el Cachorro no podía ver a su barrio, noches de sueños por la Bahía, noches de farolillos y volantes que te calientan la cama, noches de tres golpes y… Silencio, noches de concierto por sevillanas. Noches de La Calzada, pero también de Triana, Macarena, San Gonzalo y tantos otros barrios sevillanos a los que perpetuaste en el recuerdo más hondo.
Porque Sevilla reza cantando y tu vives creando para que Sevilla no deje de rezar, ni de cantar.
Y las sevillanas
La historia de las sevillanas, sobre todo de las cofrades, no se hubiera escrito de una manera tan brillante sin la aportación de este animal de escritorio, de luz tenue y de creatividad sin límites. Este artista, que demostró que se le puede cantar al Señor de Sevilla, sin faltar al respeto a los más puristas, que a un palio se le puede cantar de la misma forma que se le reza.
Sevilla, la milenaria, te enaltece e inmortaliza, te lo mereces, al igual que te mereces cualquier elogio que de tu obra se haga, porque ese es el extraordinario legado que dejarás el día que ya no puedas ir un Martes Santo a tu barrio, tu gran, respetuosa e inigualable obra.
“Tu capa es blanca y almidoná”, San Benito con su gente del barrio de la “Calza”. Tu tierra en primavera se viste de costalera, de promesa y pasión, Nazareno Sevillano por los caminos de Dios
¿Qué lo maten? ¿Quién lo ha dicho? Calle Pascual González, Martes Santo, Tarde de Sol, Primavera…
Y por siempre, con la cruz en el hombro, iras caminando, detrás de un manto rojo clavel y llanto.