Francisco Herrera, presidente de Proyecto Hombre, médico de profesión, recuerda la epidemia terrible que vivió en Perú, la epidemia “desoladora” de la heroína en los ochenta, “cuando recogíamos a gente tirada en la calle todos los días”… “Ahora todos somos frágiles y vulnerables. El coronavirus nos hace tomar conciencia de lo vulnerable que somos todos”.
Estamos muy acostumbrados a ver tragedias muy potentes y a movernos en el mundo de las emociones. Ahora lo urgente es lo urgente: salvar vidasFrancisco atiende la llamada telefónica y, durante la conversación, en su discurso no hay ni una sola queja. Sí repite de manera machacona dos ideas: el “compromiso serio” de Proyecto Hombre con aquellos que bordean o han entrado de lleno en la marginalidad y el “trabajo” sin descanso para que “no tiren la toalla”. Así ha sido antes del coronavirus y así es ahora.
El presidente de Proyecto Hombre tiene muy presente a las 350 personas a las que diariamente siguen atendiendo los 42 profesionales (entre terapeutas y psicólogos) que hay en Sevilla. “Estamos acostumbrados a trabajar con el dolor. Los miedos son libres y, como todos, temen por su trabajo. Pero son gente bregada y están respondiendo bien” a un cambio de modelo de atención que cambió de la noche a la mañana.
Francisco es consciente de que los que acuden y se ponen en manos de los profesionales de Proyecto Hombre son ahora “doblemente frágiles”. Los centros de días y los talleres se cerraron “desde el primer día”. El centro del Cachorro sigue abierto pero sólo se atiende de manera muy excepcional a algún chaval con tratamiento de metadona, “que se les está dando”. En estos días, con un móvil “se pueden hacer maravillas”, afirma el máximo responsable de Proyecto Hombre, que, no obstante, reconoce que “no es lo mismo para su tratamiento, aunque no les vamos a dejar que tiren la toalla. Es un tratamiento muy duro”.
La comunidad terapéutica que hay en Alcalá de Guadaíra (se trata de una de las fases de rehabilitación por la que tienen que pasar las personas con problemas de adicción) contaba antes del estado de alarma, decretado hace este lunes un mes, con 50 personas. El fin de semana antes de que entrara en vigor el estado de alarma, “la mayoría se fueron con sus familias. Ya no volvieron”. En la actualidad, hay nueve personas en ese centro, apunta Francisco Herrera.
El presidente de Proyecto Hombre no tiene dudas a la hora de calificar esta situación de “inédita”. No sólo por lo excepcional en lo sanitario (“en epidemias anteriores, había un mundo que reaccionaba; ahora todos somos frágiles, todos podemos caer”), sino porque no es capaz de vislumbrar si está crisis devastadora “nos hará más permeables al sufrimiento o hará que nos protejamos más”. “La recuperación no va a ser lineal ni inmediata. Proyecto Hombre vive mucho de la solidaridad que, probablemente, caerá, como es natural. Ya nos ocurrió en 2008”, recuerda.
Francisco vuelve a recordar Perú y las calles de los ochenta agujereadas por la heroína. Y se reafirma en el compromiso que es el alma mater de Proyecto Hombre: “Estamos muy acostumbrados a ver tragedias muy potentes y a movernos en el mundo de las emociones. Ahora lo urgente es lo urgente: salvar vidas”.