Los hosteleros sevillanos cumplen este lunes un mes de cierre como consecuencia del estado de alarma por la pandemia del coronavirus, tiempo en el que, sin embargo, no han dejado de trabajar. Sus cocinas y su tiempo los han puesto al servicio de las miles de personas que, como consecuencia de esta crisis, están teniendo serios problemas para subsistir. Han respondido a la llamada de la ONG World Central Kitchen y ya están preparando 1.600 menús diarios que reparten bajo los criterios y la supervisión de Banco de Alimentos en comedores sociales como el del Pumarejo o el de San Juan de Dios, ambos en el centro de Sevilla, y en el Polígono Sur, donde son los encargados de dar de comer a cerca de 600 niños que se quedaron sin la comida del colegio cuando estos cerraron por el estado de alarma. Pero no sólo están desplegados en la capital. También atienden en la Algaba a 380 familias, a las que entregan la comida en su propia casa.
Andrés Laredo es el vicepresidente de la Asociación de Hosteleros de Sevilla y confirma que los empresarios sevillanos están preparados para elaborar el doble de menús diarios, llegando hasta 3.200 y ampliando a más pueblos de la provincia. “Desgraciadamente, va a hacer falta seguir aumentando los servicios”, apostilla Antonio Luque, máximo responsable de la Asociación, que insiste en el “orgullo” que supone para la entidad la respuesta solidaria de la hostelería sevillana. En estos momentos, son 70 los cocineros que se han sumado a la iniciativa de la ONG World Central Kitchen.
Las hermanas de la Caridad, en el Pumarejo, saben de la necesidad que hay en Sevilla de este tipo de iniciativas. Todo el año se forman colas delante del comedor que ellas gestionan y, desde el estado de alarma, la demanda va en aumento. Este lunes atenderán a cerca de 300 personas, a las que repartirán el menú del día preparado por los hosteleros sevillanos: salmorejo, calamares en salsa, una pieza de fruta y yogur. Sor Teresa, Sor María… la más joven de la comunidad religiosa tiene 65 años, pero nadie para en el Pumarejo mientras en las puertas los hay que incluso aprovechan la espera para pelarse. “La necesidad no entiende de coronavirus”, dice una de ellas mientras no deja de llenar bolsas con bocadillos y fruta.