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Miércoles 27/11/2024
 
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sociedad

Los columpios recobran vida en un pueblo gracias a una familia de Ucrania

La huida de las bombas que hace ahora un año desembocaron en la guerra de Ucrania ha llevado a una familia numerosa de aquel país hasta un pueblo zamorano

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  • Una familia ucraniana reaviva el parque infantil de Muelas. -

La huida de las bombas y los ataques rusos que hace ahora un año desembocaron en la guerra de Ucrania ha llevado a una familia numerosa de aquel país hasta un pueblo zamorano de menos de doscientos habitantes en el que los cinco hijos de la pareja son los únicos usuarios a diario del parque infantil.

El Ayuntamiento de Muelas de los Caballeros, en la zona de Sanabria y La Carballeda, al noroeste de la provincia de Zamora, les cedió la antigua casa del veterinario y a cambio ellos han recobrado la vida de columpios y toboganes. Además, de cara al próximo curso, es posible que se reabra la escuela del pueblo, aunque para ello el municipio busca ahora una segunda familia con hijos que quiera instalarse en la localidad.

Como muchas otras historias escritas a partir de la huida de la guerra en Ucrania, la de Sergi, Inna y sus cinco hijos, que tienen dificultades para hablar castellano, cuenta con el componente de la tristeza y el desgarro del conflicto bélico y los seres queridos que se han quedado por el camino, pero para el municipio que los acoge representa una esperanza de futuro como para otros muchos de la España vaciada.

El alcalde de Muelas de los Caballeros, Fermín Fernández, reconoce a EFE que más allá del componente solidario que supuso rehabilitar la vivienda municipal, amueblarla y hacer una colecta para ofrecer ropa y comida a la familia ucraniana en sus primeras semanas, su llegada ha supuesto un halo de vida para un pueblo que carecía de niños.

UN PUEBLO MUERTO

"Un pueblo sin niños es un pueblo muerto, han venido cinco niños y han dado una alegría a un pueblo que estaba casi sin vida", señala el máximo responsable municipal mientras echa cuentas para la reapertura del colegio.

Uno de los hijos ya va al instituto en Puebla de Sanabria pero los otros cuatro, de Infantil y Primaria, permitirían reabrir la antigua escuela, que está acondicionada para ello y con ese número de estudiantes podría volver a funcionar más de una década después de su cierre.

Para ello se necesitaría garantizar que también hay alumnado suficiente para mantenerla abierta los cursos siguientes y por ello el Ayuntamiento de Muelas de los Caballeros busca ahora una segunda familia con niños que se instale en el municipio.

EMPLEO NO FALTA

Como gancho el alcalde esgrime que trabajo no falta, ya que en el municipio hay tres empresas de construcción, otras de reforestación y un criadero de perdices que demandan personal periódicamente.

Fermín Fernández reitera que lo importante es que Muelas de los Caballeros tenga "niños y vida sino los pueblos mueren" y pone como ejemplo el caso de dos pedanías de este ayuntamiento en las que en invierno únicamente quedan seis personas en una de ellas y una docena en la otra.

OTRA FAMILIA CON DIEZ HIJOS

No es el único pueblo de la zona que ha acogido a familias ucranianas que huían de la guerra. Otro caso excepcional ha sido el de la familia que se ha instalado en Robleda con sus diez hijos y que están emparentados con la familia asentada en Muelas de los Caballeros.

El alcalde de este municipio, Francisco Rodríguez, explica a EFE que aunque los padres no son muy sociables porque aún tienen dificultades con el idioma, los niños se han integrado muy bien y han duplicado la población infantil de esa localidad de un centenar de habitantes tras la vivienda que les ha cedido uno de sus vecinos.

El padre y el mayor de los hermanos trabajan en una empresa de construcción de la zona, mientras que dos de los hijos van al instituto a Puebla de Sanabria y los otros siete al colegio de El Puente.

En este caso, aunque sólo con los niños ucranianos se podría reabrir el aula de Infantil y Primaria del pueblo, Francisco Rodríguez ni se lo plantea porque el centro escolar al que acuden está a sólo cinco kilómetros, la antigua escuela es ahora sede de una asociación de jubilados y la estancia de la familia es provisional, una provisionalidad motivada por una guerra que se alarga ya desde hace un año. 

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