Un alumno de un instituto de Madrid le comenta a un compañero en clase que está entrando en una banda juvenil. Las alarmas saltan en el centro, que de forma inmediata traslada la información a los agentes tutores de la Policía Municipal, el primer eslabón de la cadena de una ayuda que puede salvarle la vida.
Esta es una situación habitual para Javier, uno de los agentes tutores en el distrito de Carabanchel, que en una entrevista con EFE destaca que los menores captados por las bandas, "de 13 o 14 años", suelen estar "desatendidos" por sus familiares, lo que los convierte en "víctimas" frente a las garras de estos grupos violentos.
"Al acabar el horario escolar se encuentran solos en la calle. Están desamparados, desubicados en la sociedad, y ahí es cuando aprovechan para actuar las bandas", subraya Javier, quien opina que "la intervención social es fundamental" para frenar el auge de la violencia en las calles.
Precisamente, la labor de los agentes tutores, una vez han confirmado el riesgo de que un menor esté siendo captado o ya integre una banda juvenil, es la de poner el caso en manos de los servicios sociales u otros recursos municipales, ya que las familias -muchas monoparentales- no suelen tener la capacidad para reconducir la situación.
Por ejemplo, algunos de los menores son derivados a los Centros de Atención a la Infancia, "un entorno seguro", dice Javier, donde son acompañados y supervisados mientras realizan actividades de ocio y aprendizaje.
LAS BANDAS, "DE MODA" ENTRE ADOLESCENTES
Más allá de que las bandas aumentaran su actividad criminal desde el final de la pandemia de la covid-19, la presencia de sus integrantes en redes sociales, así como su reiterada aparición en los medios de comunicación por los sucesos que protagonizan, las han hecho atractivas para algunos adolescentes, incluso están "de moda", asegura Javier.
Lo afirma porque hace unos meses el goteo de avisos desde los centros educativos sobre un alumno que refería pertenecer a una banda era "constante, aunque ahora los equipos directivos, más formados en el asunto, "filtran los casos mucho mejor".
No sería la primera vez que un menor se pone bajo el punto de mira de una banda por haber manifestado, normalmente en redes sociales, pertenecer a alguna de las contrarias, lo que los pandilleros denominan como un "bultero".
Pero los agentes tutores también se topan con adolescentes ya integrados en bandas, tanto que ya han delinquido, unos casos que la Policía Municipal traslada a la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional, con grupos especializados en la materia, y a la Fiscalía de Menores.
ENTRE POLICÍAS Y PROFESORES
La figura del agente tutor, según Javier, "está a medio camino entre la intervención policial y la de un profesor o un padre", si bien su finalidad última es "garantizar su seguridad y minimizar los riesgos a los que se pueden enfrentar los menores".
En el caso de Carabanchel, 12 agentes tutores atienden unos 55 centros educativos en el distrito, con los que mantienen al menos dos reuniones al año en las que los equipos directivos trasladan a los agentes las problemáticas concretas de su centro, mientras que los policías les alertan de tendencias generalizadas en la zona.
Además, los agentes tutores imparten charlas preventivas -al igual que la Policía Nacional- sobre acoso escolar, consumo de sustancias estupefacientes, maltrato intra y extrafamiliar o bandas juveniles.
Pero también reciben avisos diarios sobre casos individualizados, de los que muchos se reconducen, comenta Javier, cuando el menor, en lugar de entrevistarse con un tutor o con un directivo del centro, lo hace con un policía, "aunque vaya vestido de paisano".