Los malagueños miran al cielo y ven a aviones plateados trazar esforzadas siluetas en la barriga del cielo, mientras que de ese mismo cielo solo llueve silencio, al contrario que en las redes sociales, que arden con el caso Rubiales y con el intento de investidura de Alberto Núñez-Feijó. La ciudad se instala desde esta misma semana en la rutina de los colegios y el recreo y Woody Allen es aplaudido a la vez que señalado por la turba. El comportamiento intachable que se nos exige en el siglo XXI por los jinetes de la moral se ceba ahora con los chats privados de los colegios mayores, en los que algunos vomitan su bilis. El Málaga empieza a ganar y en el Carpena la expectación es máxima. Llueven las novedades literarias y las librerías se abren a la ciudad en canal para que los lugareños puedan pertrecharse para otro cálido otoño. La Catedral, aún sin tejado a dos aguas, espera impaciente la nueva intervención que ha de recibir para seguir existiendo, aunque pocos prestan atención a la iglesia del Sagrario, partida por la mitad y amenazada su supervivencia ante cualquier mínimo movimiento de tierras. En Marruecos, la roja sangre se mezcla con el ocre del terreno después de una madrugada de tragedia. España ayuda. Lo mejor del país sale en esas situaciones. Llama la atención que luego, entre nosotros, no podamos ni hablar de aquello que hemos de construir juntos. Chile celebra el cincuentenario del golpe de estado que llevó a Allende al suicidio y sumió al país en una orgía de tumba y uniforme. Se rebusca en el pasado de todos y cada uno para señalarlo, la turba huele el yodo y quiere santificar y condenar. El oprobioso intento de referéndum que quieren imponernos a la mayoría en Cataluña se esclarece y en los parques la plantas y los árboles suspiran por el agua que no llega. Los niños vuelven a clase y olvidan cómo asustar a las palomas en esos parques sedientos de dicha infantil. La melancólica estación otoñal se adelanta en la meteorología más que otros años y hay quien mira ya de reojo a una repetición electoral: junio, dicen. ¡Qué lejos queda junio! ¡Qué cerca el ayer! La sociedad líquida que no tiene agua ni para beber se despereza y abraza el rumor de los días. El veredicto está cerca. La turba no tiene mácula. Son los otros. Inquietante.
Fuego amigo
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Lo mejor del país sale en esas situaciones. Llama la atención que luego, entre nosotros, no podamos ni hablar de aquello que hemos de construir juntos
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En mis columnas hablo de la Málaga que fue, de la que es y, a veces, de la que será
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