Tejero, cuya imagen al entrar aquel día en el Congreso pistola en mano y al grito de “¡Quieto todo el mundo!” permanece en la retina, alterna su existencia entre un pueblo de su tierra natal, Málaga, y la capital de España, en donde también residen gran parte del año Armada así como Pardo Zancada.
Muy aficionado a la pintura, el ex guardia civil combina esa actividad con el cultivo de distintas especies en un huerto de Vélez Málaga y se habla de que escribe sus memorias.
El ex general Armada vive entre la capital de España y el Pazo de Santa Cruz de Rivadulla, muy cerca de Santiago de Compostela propiedad de su familia desde el siglo XVII, considerado un oasis en que se dan gran variedad de plantas y en el que explota comercialmente distintas variedades de camelias.
El tercer condenado a treinta años de prisión junto a Tejero y Armada por el Consejo Superior de Justicia militar, el teniente general Jaime Milans del Boch, murió en 1997 y fue enterrado en la cripta del Alcázar de Toledo por su defensa del baluarte durante la Guerra Civil.
De los tres, sólo Tejero permaneció preso más de quince años, ya que Armada fue indultado por razones de salud y salió de prisión en 1989 y Milans fue puesto en libertad el 1 de julio de 1990.
El guardia civil que comandó el asalto al Congreso siguió los mismos pasos el 3 de diciembre de 1996, aunque desde tres años antes se encontraba en régimen abierto en la cárcel militar de Alcalá de Henares.
En el segundo escalón de condenados a mayores penas, con 12 años, figura Ricardo Pardo Zancada, comandante de infantería, que en la madrugada del 24 se sumó con 113 hombres de la Policía Militar de la División Acorazada Brunete a la ocupación del Congreso.