Quizás fuimos hombres y mujeres obligados a caminar siempre por los mismos senderos. Pero éramos adultos y conocíamos muy bien los invisibles y reales “pasquines” que indicaban cuáles eran los límites que nuestras ideas podían recorrer. Jerarquía, esfuerzo y responsabilidad era un bloque bien cohesionado donde cada elemento, mostraba su propia valencia. El espejo donde mirarse profesionalmente eran nuestros mayores. Las vías de acceso a cualquier estación profesional o laboral, estaban totalmente diseñadas. El respeto lo imponían sus raíles. Sus vagones solo transportaban a aquellos que habían cumplido los requisitos, normas y leyes que la “trayectoria enseñante” vigente exigía.
La meteorología política se caracteriza por su diversidad y los vientos de libertad llegaron finalmente a nuestro país
Libre de anilla identificadora, el clamor popular se lanza a la calle y también la algarabía. El pueblo pide mando.
Transición modelo, con alguna picadura golpista.
El dedo ya no señala al cargo. Hay que elegir a la persona que lo ocupe. El polvo sin huella de los compartimentos de las bibliotecas indica el grado de formación de los candidatos. La demagogia carece de textos. El edificio democrático no tiene ventanas abiertas a los valores humanos, la responsabilidad o el esfuerzo, solamente un balcón alargado de donde surge el aplauso fácil o falso. El criterio personal no sabe replicarse. De nuevo ondea en el horizonte la frase “que inventen o piensen otros y nosotros copiaremos”.
Y en efecto así ha sido. Alguien en su autonomía o provincia, pensó y consiguió construir un aeropuerto. Los demás dijeron “yo no voy a ser menos” y hemos llegado hasta 52 aeropuertos. El 90% gestionado por AENA. Que importa que 39 de ellos sean deficitarios y 26 totalmente ruinosos. O que las distancias de uno a otro se recorran en algo más de una hora en coche. En Castellón se alcanza el récord. Nueve meses sin un solo vuelo. Sonó la flauta en Teruel y ahora es el mayor parking de estos aparatos, de Europa.
Llegó luego la hora de los pabellones deportivos y los hay con capacidad superior a los habitantes del pueblo en que están situados. Lo que no se sabía es que iban a ser hostelerías para migrantes.
Y un día quisimos hacer “una obra de caridad”. Volver a darle vida a los tranvías. De nuevo se actuó sin conocimiento y experiencia y sin atenernos a las consecuencias que pudieran originarse. Del optimismo inicial se pasó al déficit o ruina para las arcas públicas, en la mayor parte de estos proyectos. Vélez-Málaga, Parla, Jaén etc. pueden confirmarlo.
La moda que casi siempre es cambiar por cambiar, no por progresar, llegó a nuestra “salada ínsula”. Y aquí como nos han bautizado con el agua de la heroicidad de la guerra contra el francés, no proyectamos un tranvía, sino un tren- tranvía. ¿Se pensó seriamente en la necesidad del mismo?. ¿En el precio a pagar por ello? Porque hay un detalle económico, de sentido común que indica que, con 140 millones de euros, se pueden comprar 352 autobuses de los más modernos y ecológicos. Vaya ampliación que le podíamos haber dado a la red de autobuses existente. ¿Gastos disparatados y ejecución alargada escandalosamente? No apoyaría esta afirmación. En el ánimo de todos los isleños (DE TODOS) está siempre querer lo mejor para San Fernando, aunque reconozco que son doce años los pasados, desde que creíamos iba a ser inaugurada la línea.
Alguien ha perdido irreversiblemente: La calle Real, nuestro tradicional paseo y sitio de encuentro, que conseguimos liberarla de la circulación automovilista y la nueva situación la lleva al paso de un tren cada diez minutos y sus posibles consecuencias. Dos líneas paralelas de railes son sus grilletes carcelarios. Con los caminos tan distintos que podían haberse trazado.
Jorge Manrique dijo: "Como a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor". Yo no voy a darle valor de dogma a la frase. Lo hecho, hecho está y hay que poner el esfuerzo de todos y apoyar a nuestro Municipio para que esta empresa resulte rentable, de progreso y modernidad para San Fernando, pero sería importante a partir de ahora no olvidar el respeto al mayor, a las personas de conocimiento y experiencia y montarse en ese tren cuyos vagones obligaban a parar en cada una de las estaciones del saber, único itinerario que nos llevará a una meta donde los proyectos sean una realidad triunfante. No basta con decir he sido elegido por el pueblo, hay que tener la convicción interior de que uno está preparado para ello, porque así lo exige TODA la ciudadanía, que le deposita su confianza.
