Casi todos los cadáveres fueron encontrados en el distrito de Sleman, la mayoría en la localidad de Bronggang, a 15 kilómetros de distancia del cráter y situada dentro del perímetro de seguridad que una vez más se ignoró.
La erupción sonó como un trueno durante la madrugada y lanzó al cielo columnas de ceniza y fragmentos de roca de hasta seis kilómetros de altura, intensificó los ríos de lava que bajan de la montaña y provocó nubes tóxicas a temperaturas superiores a los 750 grados centígrados.
La explosión pudo escucharse a 20 kilómetros de distancia, explicaron los vulcanólogos indonesios, que creen que la de ayer ha sido la erupción más violenta hasta el momento y mucho más potente que la primera del 26 de octubre, en la que perdieron la vida casi 30 personas.