El tiempo en: Almería
Sábado 16/11/2024
 

Notas de un lector

En las torres del tiempo

El poeta arcense ha ido trazando un exacto sistema de correspondencias temporales sobre las cuales ha perfilado su aliento, su gozo, su desamparo, su vida

Publicado: 04/03/2019 ·
09:55
· Actualizado: 04/03/2019 · 09:55
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

VISITAR BLOG

Dejó escrito Antonio Machado que “al poeta no le es dado pensar fuera del tiempo, porque piensa que su propia vida no es, fuera del tiempo, absolutamente nada”. Y he recordado la certera reflexión del maestro sevillano tras la lectura de “Para cuando volvamos” (Calle del Aire. Renacimiento, 2018) de Pedro Sevilla. Porque en la esencia de su cántico, el poeta arcense ha ido trazando un exacto sistema de correspondencias temporales sobre las cuales ha perfilado su aliento, su gozo, su desamparo, su sangre…, su vida, en suma, cosida con el hilo eterno de un verso sincero y desnudo, un verso que encuentra su “brillo verdadero”, su “luz misteriosa” en su propia biografía.

     Se reúnen en esta “Poesía Completa” las casi tres décadas que Pedro Sevilla lleva alumbrando un decir hondo, sugestivo, conformador de un testimonio sentimental de lo ido y lo vivido. “Comprendí que la escritura toda, y más aún la poesía, más allá de un medio de comunicación, de creación de belleza o de arma contra la injusticia, era un método de conocimiento propio”, escribe en su nota introductoria. Y desde esa confesada introspección, sabe que su yo renueva en su proceso creativolo sagrado que anida en la lírica.El lenguaje se convierte, pues, en indagación, en búsqueda incesante.Su modo de acercarse a los temas que lo circundan rehúye cualquier banalidad que enturbie la pureza de lo contemplado, de lo experimentado: “Dejar aquí acordado, en unos versos,/ sonando para siempre,/ el murmullo apacible de esta lluvia/ que transcurre en el tiempo,/ que trae, como la luz, el tiempo dentro”.

    La infancia, la cercanía familiar, la muerte, el amor…, van salpicando estas páginas mediante una memoria candente, que late de forma fiel en el corazón del poeta. A veces como un eco, a veces como un velo, se dibuja en los textos el tránsito perdurable de lo dado, ese indicio revelador que torna celebración o desamparo el ayer y el mañana. Pedro Sevilla se reconoce en la promesa de su humana condición, en la síntesis de una expresión que se apodera de lo inmediato y de lo futuro, y quiere ser cómplice de su íntimo espíritu: “Así quisiera yo romper las ataduras de estos versos,/ descincharlos de ritmo y de medida/ y esparcir, alta y rubia, mi alegría,/ esta luz que he ganado/ y que no cumplirá su destino de luz/ mientras no sea de todos,/ mientras no lo comparta con vosotros”.

Además, la figura materna y paterna, la esposa, los hijos, los nietos…, se tornan idealizada alegoría, reivindicación de dicha y de refugio en ese largo viaje que nace en las horas del alma.

La exacta cadencia versal y la precisa sencillez en la dicción contribuyen a crear un territorio propicio para el lector; el mismo que se dejará llevar de la mano a través de una poesía que cruza la conciencia y que guarda llena de luto y dicha, su certeza, su destino y su resurrección: “Alto latir de bronce, cuando doblan a muerto/ las campanas/ en las torres del tiempo,/ la eternidad se expande, silenciosa,/ en círculos concéntricos”.

 

 

 

 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN